José Manuel Moreno
@josemorenoco

La pelea de revancha entre los británicos Carl Froch y George Groves, con los cinturones del peso supermedio de la IBF y la WBA en juego, va a ser todo un acontecimiento en las Islas Británicas. Froch se mostró en principio renuente hasta que la IBF ordenó la celebración de la revancha, aduciendo, como la inmensa mayoría de los espectadores de la primera pelea del pasado 23 de noviembre, que el árbitro Howard John Foster se precipitó claramente en la detención del combate en el noveno asalto, cuando Groves no estaba dañado seriamente, y además iba ganando en las cartulinas, tras derribar a Froch en el primer asalto y dominar la mayor parte del combate.

Pues bien, el escenario va a estar acorde con tan magno acontecimiento: el mítico y remozado estadio de Wembley, con capacidad para casi 80.000 espectadores, sede de la selección inglesa de fútbol y ocasionalmente utilizado como recinto para grandes eventos boxísticos. Un ejemplo mítico: el 18 de junio de 1963, el entonces llamado Cassius Clay se enfrentó al ídolo local Henry Cooper, sin corona en juego, y que será recordado porque fue la primer vez que Clay (posteriormente Muhammad Ali) visitó la lona, en el cuarto asalto concretamente, para instantes después, en el siguiente round, ganar por KOT en una reacción propia de un genio. En definitiva, que va a ser un combate de altura, el del próximo 31 de mayo, a poco que los dos boxeadores repitan sus prestaciones del último combate.