Carlos Utrilla
@CJBoxing

Carl Frampton logró mantener su invicto al derrotar por decisión dividida al británico Scott Quigg, en combate celebrado anoche en el Manchester Arena. Con esta victoria, el norirlandés añade el cinturón supergallo de la WBA al de la IBF que ya poseía.
En medio de un excelente ambiente que sólo los británicos saben crear, se pudo asistir a un combate que tuvo dos partes diferenciadas. En la primera, predominó la pelea táctica; a partir del 10º todo giró bruscamente y se vivieron tres asaltos intensos, una verdadera guerra.
La pelea comenzó con mucho respeto por parte de ambos campeones: parecía más importante no cometer errores que buscar los aciertos. A pesar de la ventaja de envergadura de Quigg, fue Frampton quien asumió la iniciativa a través de un jab activo. Su rival se limitaba a protegerse de manera efectiva y a contraatacar de modo esporádico, lanzándose hacia adelante generalmente con combinaciones de izquierda derecha. Cierto es que en algún round pudo conseguir el mejor golpe (lo que llevaría a uno de los jueces a darle ventaja en su cartulina), pero parecía poco bagaje para intentar conseguir la victoria. También para el público, que llegó a emitir algún silbido.

A partir del 6º, como ocurrió durante la pelea con Yoandris Salinas en 2013, Quigg y su entrenador Joe Gallagher decidieron que era hora de cambiar la táctica. El boxeador de Manchester comenzó a buscar a su rival, aunque Carl Frampton no se iba a dejar avasallar tan fácilmente. El norirlandés, perfecto casi toda la noche a la hora de caminar hacia atrás para minimizar el ataque del oponente, volvió a mostrar (como ante nuestro Kiko Martínez) que si los rivales son muy ofensivos, él sabe aprovechar perfectamente los espacios que dejan.
Para el 8º, quizá Scott Quigg suponía que estaba abajo en las puntuaciones, porque presionó un poco más e, incluso, lanzó el jab, prácticamente inédito hasta el momento. En el parcial siguiente también inició el golpeo al cuerpo, una de las características de su boxeo y que tampoco había mostrado.

El incremento paulatino de la ofensiva desde el 6º desembocaría en un importante cambio de panorama en el 10º asalto. La táctica dejó paso a la batalla: Quigg se fue descaradamente encima del campeón IBF, alternó golpeo al cuerpo con bombas a la cabeza, buscó el KO… pero delante tenía a un excelente boxeador que no se dejó avasallar. Frampton aceptó el intercambio, quizá con mayor repertorio de golpes que su rival (los ascendentes que le pedían a Quigg él sí los usó) y ambos hicieron vibrar el Manchester Arena. Se había hecho esperar, pero al final llegaba el combate que se esperaba.

En el fragor de la intensa lucha, al final del penúltimo parcial una derecha nítida al rostro parecía poner en malas condiciones al pupilo de McGuigan. Sin embargo, en el asalto final, también de gran intensidad, supo imponer su clase y velocidad. Las cartulinas dictaron sentencia: 115-113 para Quigg (Levi Martínez) y 116-112 (Carlos Sucre y Dave Parris) para el nuevo campeón unificado, Carl Frampton.
Ahora, el norirlandés debe cumplir con dos defensas obligatorias, una por cada título que tiene, lo que es muy posible que le lleve a abandonar uno de los dos cinturones (si no los dos, para buscar una gran pelea en el peso pluma). Por la WBA contra Guillermo Rigondeaux, campeón en receso; por la IBF con el nipón Shingo Wake.