Manuel Valero
@Manu_Valero

Problemas respiratorios han finalizado con la vida de Muhammad Ali esta madrugada en Phoenix. 74 años después de su nacimiento en una humilde familia de Louisville, el boxeador estadounidense deja un imborrable legado deportivo y social. Su interés por el boxeo comenzó al serle robada una bicicleta, tocando la cima del amateurismo al ganar la medalla de oro en Roma 1960. El joven Clay, conocido por su arrogancia, comenzó una meteórica carrera profesional de la mano del irrepetible Ángelo Dundee.

Su primera oportunidad de pelear por un título mundial llegó el 25 de febrero de 1964 tras vencer a Henry Cooper en Wembley. La astucia de Dundee y los cortes del británico facilitaron la victoria de Ali tras caer a la lona en el cuarto.La prensa presente en Miami hacía pronósticos sobre en qué asalto caería ese chico fanfarrón al que no daban ninguna oportunidad de victoria ante el temido Sonny Liston.

La velocidad de Ali, moviendo más de noventa kilos como si fuese un peso medio, con la misma elegancia que Fred Astaire ejecutaba sus pases de baile, sorprendió a Liston, que se retiró en el sexto asalto.
Ali-ListonCon el cinturón de los pesos pesados bajo el brazo, la figura de Ali aumentó, cambiándose el nombre tras unirse a la Nación del Islam. Allí entablaría una gran amistad con Malcolm X y Elijah Muhammad, aprovechando su tirón deportivo para expandir sus pensamientos. Con un espectacular nocaut en el primer asalto ante Liston, Ali realizó su primera defensa, mostrándose imbatible hasta que le fue retirada la licencia en 1967.

Su negativa a acudir a la guerra de Vietnam nos privó de sus mejores sobre los cuadriláteros, cayendo en la bancarrota durante su incesante lucha frente a Richard Nixon entre otros. Volvió con victoria ante «Ringo» Bonavena, lo que alineó los astros para que se enfrentase a Joe Frazier, quien había ocupado su cetro de campeón mundial.
Sin la velocidad y reflejos de antaño, Ali conoció su primera derrota en la «pelea del siglo». Tendrían que pasar tres años para que volviese a combatir por el título mundial, cuando Don King y el dictador Mobutu Sese Seko organizaron el «Rumble in the jungle» en Kinshasa.
Al unísono grito de «¡Ali Bomaye!», sólo el propio Ali confiaba en sus posibilidades de victoria ante el invicto George Foreman. Con su táctica llamada «rope aAli-Frazier dope», Ali aguantó estoicamente la ofensiva de Foreman, que agotó todas sus fuerzas sin éxito. El público africano estalló de jubiló al ver como Ali vencía por nocaut en el octavo round, demostrando su capacidad de sufrimiento para agrandar su leyenda.

Un año después protagonizaría el combate más agónico de la historia ante Joe Frazier, su némesis deportiva. Con los dos boxeadores al borde la muerte, Frazier no salió al decimoquinto y último round, lo que dio fuerzas suficientes para levantarse del taburete a Ali y levantar el brazo en señal de victoria.

Norton, Evangelista, Shavers…fueron algunos de los nombres que apuntó Ali a su lista de víctimas durante su segundo reinado, que finalizó Leon Spinks en 1978. Tras reconquistar la corona meses después, Ali colgó los guantes, consciente de era una sombra del excelso púgil que había sido años antes, fruto de la edad y del castigo asimilado.

Su antiguo compañero de sparring Larry Holmes y Trevor Berbick vencieron a Ali, demostrándole que lo mejor era permanecer alejado de los cuadriláteros.

Ali-MuhammadEl de Louisville continuó sus discursos contra el racismo por todo el globo, a pesar de serle diagnosticado párkinson en 1984. Convertido en un mito viviente, un enfermo Muhammad Ali se reconcilió con el pueblo americano en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 portando la antorcha olímpica.

Conocido y admirado mundialmente, Ali transcendió más allá de los cuadriláteros, luchando contra las desigualdades sociales, siendo su rostro uno de los más relevantes del siglo XX. Su llegada al boxeo rompió todos los esquemas previos, modernizando nuestro deporte. No sabríamos decir si merece ocupar el puesto número uno de las listas libra por libra delante de Joe Louis o Sugar Ray Robinson, lo que si podemos afirmar es que como el mismo se autoproclamó, fue y será «El Más Grande».

Ali-Foreman