Daniel Pi
@BastionBoxeo

Dejemos los sentimientos y las opiniones a un lado, los buenos recuerdos y los prejuicios y, olvidando si su estilo de combatir gustaba o no, hagámonos todos una pregunta: ¿merece un confeso dopado, que además anteriormente negó por todos los medios su culpabilidad deshonestamente, entrar en el Salón de la Fama?

Esta es una cuestión que tuvieron que abordar durante las últimas semanas los responsables de los ingresos en el Salón de la Fama Internacional, pregunta a la que en todo deporte se ha tenido que hacer frente, dado que, desgraciadamente, en todo ámbito siempre hay quien está dispuesto a extraer ganancias por métodos ilícitos. Durante bastantes años, por ejemplo, en el béisbol esta decisión se ha resuelto de una forma muy lógica: no se ha introducido a nadie en su Salón de la Fama que se supiese que se había dopado.

Esta misma política ha sido adoptada por otros deportes, negándose a admitir que uno de sus miembros más ilustres pudiese ser exhibido como un ejemplo de esa actividad deportiva si había hecho trampas, aunque hubiese sido sólo una vez, aunque hubiese sido por accidente.

Si deportes como el béisbol, en el que el único que recibe daño es la pelota, han podido adoptar una actitud tan moralmente recta, era de esperar que en el boxeo, en el que se inflige un daño directo al contrincante con puñetazos, las personas pertinentes dibujarían esa línea roja que hace tanto tiempo debería haberse trazado.

Muchos esperaban que el momento sería este, ya que, con la nominación de Shane Mosley se podía sentar un precedente excelente, cerrándole la puerta para demostrar que, sin ni siquiera tener que decirlo abiertamente, no se iban a tolerar tramposos. En este sentido, ciertos votantes habían manifestado su opinión de que era mejor introducir en el Salón de la Fama a un boxeador que fue sometido a rigurosos tests antidopaje durante toda su carrera y que nunca había dado positivo ni se sospechaba de él como Timothy Bradley.

Sin embargo, a la hora de la verdad, el Salón de la Fama le ha fallado al boxeo, decidiendo que Shane Mosley, que confesó haberse dopado ante un gran jurado estadounidense después de haberse pasado meses negándolo, debía estar entre los más grandes de la historia de este deporte.

Recordemos que Mosley fue el mayor implicado boxístico en el escándalo deportivo BALCO, en el que Victor Conte, que ahora se considera un líder en la lucha antidopaje, suministraba sustancias dopantes indetectables para los tests de aquellos años. De hecho, Mosley confesó que había tomado dichas sustancias como preparación para el que sería uno de los combates más emblemáticos de su carrera, la victoria en la revancha ante Óscar de la Hoya.

En definitiva, esto no va de si Mosley era o no un buen boxeador, de si era o no nuestro favorito, esto no va de envidias, ni de rencores ni se deben buscar justificaciones infantiles para proteger a un púgil al que se idolatra. La cuestión es, ¿queremos que quede su nombre en letras doradas en el boxeo cuando sabemos sin genero de duda, porque él mismo confesó, que consumió EPO y esteroides indetectables? Por otro lado, si en el ciclismo se le puede quitar la victoria en una gran competición a un dopado, ¿debemos admitir que merece estar en el Salón de la Fama un boxeador que se dopó precisamente en una de las más cruciales victorias de su carrera?

Vale la pena subrayar que Mosley nunca dio positivo en control antidopaje, ya que, como se ha dicho, la sustancia dopante utilizada no se podía detectar entonces con los métodos disponibles. Entonces sería muy inocente pensar que Mosley sólo se dopó contra De la Hoya y que nunca más lo hizo antes o después, especialmente llegando su confesión años después de esta pelea y viéndose obligado a ello tras encontrarse su nombre en unos archivos de BALCO.

Finalmente, si otros atletas del escándalo BALCO que tenían oros olímpicos y récords del mundo perdieron sus medallas y se anularon sus récords tras confesar su culpabilidad, ¿cómo va a ser razonable que el boxeo acepte como uno de sus más destacados miembros a un deportista que tomó las mismas sustancias que llevaron al olvido y al desprecio a sus “compañeros de laboratorio”?