
Este pasado sábado, Queensberry Promotions organizó una gala cuya parte principal estaba compuesta por varios combates del peso pesado, destacando el Joe Joyce-Filip Hrgovic del que ya hablamos en ESPABOX. Como duelo de semifondo, se vivió un título británico de la categoría que ha dado mucho que hablar desde el momento en que finalizó (realmente antes, pues uno de sus protagonistas ya había liado alguna en las ruedas de prensa previas). Hablamos del cruce entre David Adeleye (14-1, 13 KO) y Jeamie Tshikeva (8-2, 5 KO), que finalizó en el sexto asalto tras una polémica acción.
La controversia parte de la enésima actuación arbitral negligente en el Reino Unido. Esta vez no fue ninguno de nuestros más temidos forajidos del ring en la Pérfida Albión, los archiconocidos Steve Gray, Howard Foster, Victor Loughlin, Marcus McDonnell, Bob Williams, etc. Ron Kearney es el nombre del protagonista, más asiduo a veladas menores y ascendido recientemente, trabajando por ello el sábado en la gala de Frank Warren. En un momento del combate, Kearney hizo algo que hemos visto en otras ocasiones, cortar las acciones pero un poquito y con cuidado; en lugar de entrar en medio de los dos púgiles y señalar claramente el break para volver a la posición de guardia inicial, habla cositas que escuchan los púgiles y les toca el guante como signo de que no se agarren.
En una de estas acciones, tocó el guante de Tshikeva dos veces y este volvió hacia atrás, pensando que Kearney le requería retirarse… para comerse, en dicha acción, un tremendo mandoble de Adeleye que decantó la pelea hasta el KOT final. En este caso, la orden de protegerse en todo momento queda anulada, se sobreentiende, por haber solicitado el árbitro que los púgiles retrocediesen. Por ello, el equipo de Tshikeva ha solicitado a la British Boxing Board of Control, la federación británica, que el combate quede sin resultado (no contest), anulando la victoria de Adeleye, por entender que esta se produce fruto de una mala praxis arbitral.
Parece improbable que la comisión nacional acepte la petición, pero sí podría estimarla parcialmente en el sentido de requerir la repetición de un envite que, hasta este «no, pero sí» del nefasto Kearney, estaba siendo muy competido.