Juan Antonio Samaranch modernizó los Juegos Olímpicos para convertirlos en un espectáculo internacional que genera cantidades astronómicas. Finalizada la etapa de los boicots, Samaranch tenía claro que los mejores deportistas debían participar en los certámenes olímpicos, con el objetivo de aumentar el precio de los derechos televisivos. Los días de los deportistas amateur eran cosa del pasado.
La caída del Muro de Berlín en 1989 también repercutió en el deporte, con la profesionalización masiva de los deportistas bajo el yugo soviético, y excepciones en países de dicha órbita como Cuba o Corea del Norte. El momento culminante de este proceso fue la participación en Barcelona 1992 del «Dream Team», en el que varios de los mejores jugadores de baloncesto de la historia, como Michael Jordan, Magic Johnson o Larry Bird, se enfundaron la camiseta de Estados Unidos, que hasta el momento presentaba en los Juegos a deportistas universitarios. Otras modalidades con inversión privada, como el tenis, también lograron cuadrar su estructura para que las mejores raquetas de la ATP disputasen la medalla olímpica, un trofeo cada vez más preciado, como quedó de manifiesto en la final que libraron Novak Djokovic y Carlos Alcaraz.
Al Comité Olímpico Internacional (COI) solo se le resistió la FIFA, por lo que el torneo de fútbol masculino lo disputan equipos Sub-23, que pueden convocar a tres jugadores que no cumplan este parámetro, como Ronaldinho en Pekín 2008. El conflicto entre la FIFA y el COI, viene de largo, ya que la primera no quiere que exista un torneo que haga la competición al Mundial de Fútbol.
El otro deporte del programa olímpico en el que no participan las figuras más reconocidas del momento es el boxeo. Una respuesta con trampa para los que no siguen el noble arte de forma habitual. El boxeo olímpico y el profesional son dos deportes diferentes, más allá del uso de la camiseta. La confusión aumentó a raíz del visto bueno para que púgiles profesionales pudiesen luchar por la gloria olímpica. Un cambio que no tuvo los efectos esperados, ya que los boxeadores más populares desecharon esta opción.
El ritmo de combate en tres asaltos es totalmente diferente al de una pelea a doce asaltos (distancia de los títulos mundiales), así como los guantes empleados limitan la pegada. Además, para conseguir un oro olímpico es necesario boxear en cuatro o cinco jornadas durante dos semanas, con la consecuente obligación de dar el peso, algo a lo que no están acostumbrados los profesionales, que recuperan varios kilogramos en apenas unas horas. Junto a estos aspectos deportivos, el principal es que el torneo olímpico, por mucha medalla que ofrezca, no cumple las exigencias económicas de los Canelo, Usyk o Inoue, en un deporte donde los asaltos acumulados pueden acusarse en futuro próximo.
En el boxeo olímpico se han establecido potencias especializadas en esta disciplina, especialmente de países con pasado soviético, que son los grandes dominadores del medallero, en algunas ediciones con puntuaciones manifiestamente favorables a su favor. En una época en la que el récord se cuida al máximo, una figura asidua de las televisiones no puede permitirse el lujo de perder ante un oponente desconocido.
En los países no soviéticos el boxeo olímpico servía como el mejor vivero posible para formar futuros campeones. Un propósito que se ha quebrado por la celeridad de los jóvenes más prometedores en quitarse la camiseta. La tradicional etiqueta de boxeo amateur no es equiparable a la de olímpico, ya que los miembros de las distintas selecciones suelen contar con ayudas y servicios propios de deportistas de élite, a los que acceden habitualmente al triunfar en competiciones de ámbito nacional. Llámese boxeo amateur u olímpico, las televisiones no muestran interés por esta modalidad, por lo que sus campeones pasan desapercibidos a excepción de los Juegos.
La cadena NBC es una de las fuerzas más influyentes dentro del movimiento olímpico, por los millones que desembolsa por transmitirlos en Estados Unidos. Dentro de la corriente de celebridades de las redes que se enfundan los guantes, Jake Paul anunció que intentará participar en Los Ángeles 2028, lo cual sería generaría audiencias del gusto de la NBC.
El panorama es aún más complejo dada la desintegración federativa del boxeo olímpico tras la suspensión de la IBA. El organismo fue acusado de mantener estrechos vínculos con el gobierno de Vladimir Putin, uno de los motivos por los que el COI no reconocerá a la IBA. En busca de nuevas alternativas, la IBA también ha apostado por veladas con aroma profesional, como las IBA Boxing Nights. Se avecina un complejo futuro para el boxeo olímpico.