Charlo-Castaño I

Darío Pérez
@ringsider2020

El previsto y esperado combate entre el poseedor de todos los títulos mundiales superwélter Jermell Charlo (35-1-1, 19 KO) y el retador Tim Tszyu (21-0, 15 KO) no se dará hasta 2023.

Será el 28 de enero en Estados Unidos cuando se dispute esta espectacular pelea, una fecha que ha desatado muchas críticas y decepción entre los aficionados por lo distante de la misma. Habrá que ver, por esto mismo, si alguno de los cuatro organismos no opta por desposeer a Charlo de su versión del título mundial de la categoría.

Charlo, de 32 años, solo ha peleado una vez en 2020, otra en 2021 y el pasado mes de mayo prevaleció ante Brian Castaño en lo que parece su último pleito de 2022. Sonroja comparar a los campeones de nuestra era con aquellas décadas en que los grandes del boxeo exponían sus títulos cinco o seis veces al año. Tszyu, a sus 27 años, viene de imponerse a Terrell Gausha en marzo, por lo que, si no tiene otra cita intermedia, se presentará a esta decisiva cita con casi un año de inactividad.

Aquí siempre hemos defendido juntar títulos para que se dilucide quién es el mejor, en este caso superwélter, del mundo. Sin embargo, viendo que desde el inicio de 2021, cuando se empezó a negociar la unificación de la categoría entre Charlo y Castaño (en la imagen), hasta 2023 los cinturones apenas se habrán movido con tantos boxeadores de calidad a la espera de oportunidad en un peso plagado de talento, nos topamos con el debate: ¿En qué términos y hasta qué punto es bueno juntar los cuatro mundiales de un peso? ¿Dónde empieza el buscar un único campeón y dónde rozamos el «secuestro» de los cetros durante demasiado tiempo?

Con un toque de autocrítica como aficionado, seguro que si nuestros Sergio García o Kerman Lejarraga estuvieran a la espera, lo de Charlo lo mediríamos con mayor exigencia.