Víctor Olcina Pita

El próximo 22 de abril, Gervonta Davis se enfrentará a Ryan García en el T-Mobile Arena de Las Vegas. En el boxeo moderno no sucede a menudo que los buenos boxeadores se enfrenten entre sí. Aprovechamos la ocasión para analizar el ascenso, la carrera y el estilo de ‘Tank’ Davis, el joven zurdo de 28 años, favorito en las casas de apuestas.

En enero de 2017, Gervonta Davis causó un tremendo impacto en el oído de los aficionados al boxeo durante su combate contra el vigente campeón de peso superpluma, el puertorriqueño José Pedraza. Los golpes de Pedraza sonaban paf, paf, paf como cuando uno sacude los cojines de un sofá, mientras que los golpes de Davis emitían un sonido seco y contundente similar a una detonación.

Había algo en cada golpe que le rodeaba de una aureola casi mágica. Como dijo uno de sus oponentes después de ser derrotado: «sabía golpear en el botón del knock-out». A los veintidós años, se había convertido en uno de los grandes nombres del boxeo. Su ascenso fue rápido y accidentado. Había crecido con una rabia fría y hueca, en parte talento natural y en parte adquirido. Su madre, drogadicta, y su padre, convicto, no habían podido hacerse cargo de él cuando era niño, y había crecido entre mudanzas y familias de acogida. De no ser por el boxeo, probablemente estaría muerto o en la cárcel.

Los inicios
Cuando a los siete años cruzó por primera vez el umbral del Upton Boxing Club de Baltimore (Maryland, Estados Unidos), Gervonta ‘Tank’ Davis no podía imaginar que allí encontraría a Calvin Ford, el entrenador que le ha acompañado a lo largo de toda su carrera y artífice de encauzar esa rabia en la dirección del arte del boxeo.

Calvin Ford, él mismo un extraficante de drogas rehabilitado, era la clase de hombre fuerte al que Davis podía respetar y obedecer. Ford lo acogió como un a hijo, y él, a su vez, hizo del gimnasio un refugio. Como el propio Davis confesaba en una reciente entrevista para Los Angeles Times: «Aunque me dedicaba a pelear, sentía que en el gym recibía el amor que no tenía en casa».

Al terminar las clases del colegio, Davis esperaba durante horas a las puertas del gimnasio para ser el primero en llegar. Se lo tomaba en serio. Y, en un breve plazo de tiempo, comenzó a ganar combates bajo la tutela de Ford. Participó en torneos de rango nacional y ganó el trofeo Golden Gloves en 2012. Cuando decidió dar por terminada su carrera como boxeador amateur, había alcanzado un récord de 206 victorias por 15 derrotas.

Después de arrebatar el título de peso superpluma a Pedraza, Davis subió de división. Primero a peso ligero y después a superligero, conquistando el campeonato del mundo en ambas divisiones. A partir de entonces, muchos comenzaron a preguntarse hasta dónde podía llegar el joven Tanque de Baltimore. Su manera de boxear recordaba en algunos aspectos a Floyd Mayweather —su agente desde 2015—, pero él golpeaba más fuerte en relación a su peso. A fecha de hoy, 26 de sus 28 combates como profesional se han decidido por knock-out.

Estilo de boxeo

Defensa y contragolpe
«Los estilos hacen los combates» es un viejo refrán boxístico. En el caso de Davis, su estilo es el contragolpe y sus cimientos están en la defensa. No le importa ceder la iniciativa del combate a sus adversarios: al contrario, desde ese lugar logra que crezcan en confianza y se agoten en persecuciones estériles. Desde ese lugar los estudia y espera el fallo sin impacientarse.

Además, combate desde la posición zurda, es decir, con la pierna derecha adelantada, lo cual lo hace más difícil de descifrar. Davis es ágil de pies y cintura y se mueve con soltura por todo el ring. Encara a su adversario apoyado sobre el pie trasero y conserva la distancia dando pequeños saltos hacia atrás al tiempo que despliega su espléndido jab de derecha. A sus rivales les cuesta alcanzarle. Y cuando lo consiguen, Davis sabe pivotar con rapidez para salir del rango de peligro, o bien esquiva los golpes inclinándose velozmente sobre la cintura y agachando la cabeza.

Uno de sus recursos favoritos consiste en atraer el jab de su oponente. Gervonta se sitúa a una distancia razonable para hacer creer a su rival que puede alcanzarlo, y a continuación se inclina sobre la cintura, dobla la cabeza y esquiva, y desde esa posición lanza un contragolpe de izquierda al cuerpo o a la cara.

Ataque e inteligencia en el ring
A imagen de su maestro Floyd Mayweather, Davis invierte los primeros rounds en castigar el cuerpo de su adversario con la idea de abrir caminos a los golpes más certeros que vendrán después, de la misma forma en que un matador, al enseñar a humillar a un toro, lo prepara para la muerte. Tank no se prodiga en golpes dobles o combinaciones largas. Sabe que su fortaleza reside en una enorme variación de los golpes, lo que los hace siempre más impredecibles y más certeros.

Parte del juego es, por supuesto, psicológico. En la entrevista posterior a su combate con Héctor Luis García, el Tanque de Baltimore confesaba que «al principio no lanzaba muchos golpes porque trataba de vencerlo mentalmente. Debía engañarlo con mis manos y mis ojos». Sólo a continuación despliega sus mejores golpes: uppercuts de izquierda al cuerpo o al mentón —como los que terminaron con Leo Santa Cruz o Mario Barrios—, ganchos de derecha —contra José Pedraza o Rolly Romero—, uppercuts de derecha —contra Héctor Luis García— o el famoso gazelle hook.

Otro aspecto crucial en Davis es su capacidad para marcar los ritmos del combate. Sabe medirse y dosificar el esfuerzo. Veamos, por ejemplo, el caso de su combate con Mario Barrios el 26 de junio de 2021. Davis cedió la iniciativa durante los siete primeros rounds y, según todas las puntuaciones no oficiales, se encontraba por debajo a los puntos al inicio del octavo asalto. Entonces decidió cortar distancias. Había encontrado algo. Sus fintas al cuerpo tenían a Barrios bajando la mano izquierda para protegerse el bazo, y, en una de esas ocasiones, Tank aterrizó un gancho de derecha a la sien que decantó el combate.

Derribó a Barrios incluso dos veces más, pero este sobrevivió al asalto. En lugar de arriesgarse a una guerra de desgaste que podría haberle llevado a cometer un error o a agotarse, Gervonta prefirió esperar. Usó el noveno asalto para refrescarse, aumentó la presión al final del décimo y en el once logró conectar el golpe del knockout: un uppercut de izquierda a la altura del plexo solar.

Gervonta es, en pocas palabras, un boxeador completo. En la cuenta de los defectos, es cierto que en ocasiones puede llegar a bajar demasiado las manos, lo que le expone a golpes muy peligrosos. También se distrae durante algunas fases del combate, si no consigue el knock-out en los primeros rounds.

Gervonta Davis, entre la gloria y el escándalo
Es difícil predecir a qué Gervonta encontraremos el próximo 22 de abril en el T-Mobile Arena de Las Vegas. A los veintiocho años de edad, se encuentra en la cúspide de su carrera. «Ya no se trata de ganar dinero, sino de hacer historia», declaraba en la rueda de prensa promocional en Nueva York. Pero la misma rabia hueca y fría que le impulsó a ser boxeador le ha llevado a protagonizar una sucesión de escándalos públicos y procesos judiciales.

El próximo 5 de mayo deberá compadecer ante un tribunal, acusado de abandonar el escenario de un accidente de tráfico cuando estrelló su Lamborghini SUV en el asiento de pasajeros de un Toyota Solora. Entre los heridos se encontraba una mujer embarazada. Gervonta Davis podría enfrentarse a un máximo de 50 meses de prisión. Antes, en cualquier caso, deberá pelear en Las Vegas. Y los únicos lugares en que hasta ahora ha encontrado la paz son el gimnasio y el ring.