Perico Fernández-Muangsurin

Julio González

Estos días estamos atravesando una ola de calor que en algunos momentos supera los 40º grados la temperatura. A la mente nos viene la temperatura que sufrió Perico Fernández en la defensa del título que hizo en Tailandia contra Saensak Muangsuarin.

El 27 de abril de 1975, el Consejo Mundial de Boxeo autoriza a Perico Fernández a enfrentarse al tailandés Muangsuarin en una defensa voluntaria del título mundial. El tailandés, un luchador de Muay Thai que hacía en esta su tercera pelea como boxeador profesional, aunque solo llevaba dos combates como profesional, uno contra Lyon Furuyama, al que Perico había ganado el mundial… se encontraba clasificado entre los diez primeros púgiles del Consejo, gracias a la victoria sobre el japonés que era el aspirante al título del Consejo, y Perico tenía derecho a una defensa voluntaria.

El 24 de abril de 1975 se firmaron los contratos en Madrid para que Perico se enfrentase al tailandés Muangsuarin. La pelea se celebraría en Bangkok (Tailandia) con el título mundial del peso superligero WBC en juego, el 15 de julio de 1975. Perico Fernández cobraba por este combate nueve millones de pesetas libres de impuestos, cantidad que tenía que estar ingresada en un Banco Español antes de que Perico y su entrenador Martin Miranda lleguen a Bangkok. También figuraba una clausula en la que decía, en caso de victoria por parte del tailandés tendría que defender el título contra el asturiano Gómez Fouz campeón de Europa en ese momento en un plazo de 120 días.

Curiosamente días después de ganar el título mundial, el presidente de la Federación tailandesa se desplazó a Madrid para ofrecerle a Gómez Fouz el enfrentamiento por el mundial, el problema fue que la bolsa que le ofrecieron era muy baja, 285.000 pesetas una cifra ridícula por una pelea por el mundial en Tailandia. También se había hablado de una defensa de Perico contra Gómez Fouz nada más haber vencido a Joao Henrique. Cierto que el presidente de la Federación tailandesa se desplazó a Madrid, pero se cree que por otro motivo. La prensa de la época comento todo esto en su momento, pero puestos al habla con Gómez Fouz, nos comenta que nunca recibió una oferta para disputar el título mundial, que hubiera aceptado un combate contra Muangsuarin y contra Perico al que se enfrentó en dos ocasiones, pero nunca se lo ofrecieron.

De forma vergonzosa y lamentable Perico Fernández perdió el título mundial del peso superligero WBC al abandonar en el séptimo asalto en el combate con el tailandés Saensak Muangsuarin. El combate se celebró en el Estadio Huamark de Bangkok y asistieron quince mil espectadores, entre los que se encontraban unos doscientos españoles que estuvieron junto con el presidente de la Federación Española señor Saiz Huertas.

A las 15:55 hora española dio comienzo el combate con una temperatura de 48 grados. Nada más salir el tailandés se mostró precavido, agazapado detrás de sus puños esperando la reacción del español que sacó alguna mano llevándose el asalto sin nada destacado. El segundo asalto fue para Perico que con una serie de uno-dos se hizo con el asalto siendo lo más destacado. Perico se adjudicó los tres primeros asaltos porque el calor todavía no había hecho efecto en él, pero a partir del tercero el combate sufrió un cambio, Muangsarin ataca y se produce un intercambio de golpes durísimos, del que salió peor parado el español.

En los asaltos siguientes el español estaba más apático y dejó la iniciativa al boxeador asiático que comenzó a castigar al campeón y a llevarlo a las cuerdas arrinconándolo y aplicándole golpes durísimos que el púgil maño aguantó sin reaccionar. El séptimo asalto comenzó con una leve reacción del español, pero fue un espejismo, el tailandés rápido se hizo con el control y aplicó durísimos golpes al maño que poco tiempo antes que termine el asalto levantó la mano y decidió abandonar ante el asombro de los presentes. Perico Fernández alegó después del combate… «hace mucho caló y no aguanto más. Me ahogaba. No podía continuar”. La temperatura del estadio superaba los cuarenta grados en el momento del combate.