Daniel Pi
@BastionBoxeo

El británico Charlie Edwards (14-1, 6 KO) hizo todo lo que estuvo en su mano para intentar salir con el cinturón en su segundo asalto mundialista, y con ello logró una gran victoria contra pronóstico. Y es que, ante el número 1 de la división y campeón WBC del peso mosca Cristofer Rosales (28-4, 19 KO), Edwards usó un excelente boxeo basado en la movilidad para hacerse con una merecida victoria unánime con acertadas puntuaciones de 118-110, 117-111 y 116-112.

Contando con más velocidad de manos y piernas, Edwards inició el combate evitando la derecha de su oponente con oportunos pasos a la izquierda o hacia atrás, llegando con algunas poco contundentes manos al contragolpe y certeras series de rectos. No permitiendo con su continuo dinamismo que Rosales clavase sus piernas al suelo para lanzar sus manos, Edwards tuvo mucho éxito, dejando al monarca pegando al aire a la vez que él podía conectar su veloz jab y breves combinaciones de mucha precisión, destacando un croché zurdo encadenado con uppercut diestro que estalló contra su rival en el cuarto asalto.

De todos modos, la pregunta era si el británico podría sostener esta eficaz táctica sin que la exigencia física de la misma le cansase de manera crucial en la segunda mitad, sobre todo teniendo en cuenta que Rosales empezó a alcanzarlo con potentes curvos al torso y a conectar sus puños lanzándolos desde posiciones estáticas. Asimismo, en el séptimo asalto el local fue dañado por una combinación de curvos y padeció un corte encima de la frente por choque de cabezas, viéndose obligado a entrar en clinch.

Alcanzado el último tercio, Rosales empezó a sacar lo mejor de su arsenal, impactando en la distancia media y corta durísimos ganchos al rostro y al cuerpo junto a uppercuts que llegaron con claridad a un Edwards que veía entorpecida su visión por la sangre que manaba del corte padecido. Pero aunque el nicaragüense mostró peligro y pudo llegar a parecer cerca el cambio de tendencia, su corte de ring era inadecuado y se abría al lanzar sus golpes, por lo que Edwards siguió sacando fuerzas de donde parecía que no podían quedar para continuar esquivando manos con desplazamientos y contestar con directos que pusieron de manifiesto su clase.

Ciertamente, no parecía que la evolución de Edwards desde su derrota ante Casimero le bastase para lograr batir a un boxeador tan sumamente complicado como el primo de “Chocolatito” González, un Rosales que había noqueado a nombres como Daigo Higa o Paddy Barnes, pero no sólo le llegó para ello sino que también le bastó para imponerse con claridad.

Sin duda, Edwards aprendió y aprovechó de forma inmejorable las lecciones extraídas de su pugna ante Casimero, mostrando además un físico mejorado, así que, habiendo diseñado junto a su equipo un plan perfecto y ejecutándolo de manera idónea, derrotó a un boxeador que no ofreció su mejor versión (hizo una pelea muy similar a la que realizó ante Andrew Selby) y que volvió a dejar claro que, aunque es casi incontenible si se le combate sin espacios, puede ser claramente superado por un boxeo técnico y desde la distancia larga o media-larga.

El nuevo monarca aseguró tras su proclamación que quiere unificar la división y que está dispuesto a enfrentarse a cualquiera, surgiendo en el horizonte una muy buena pelea para apoyar sus pretensiones de establecer una hegemonía, ya que su rival obligatorio podría ser una de las tres mayores promesas de la división, un Andrew Selby que en teoría debería disputar a continuación una eliminatoria WBC ante Julio César Martínez.