Daniel Pi
@BastionBoxeo

Hace once meses, Isaac Dogboe (20-1, 14 KO) saltó a primera plana noqueando contra pronóstico al mexicano César Juárez, iniciando una temporada que le vería coronarse campeón WBO del supergallo ante el hábil Jessie Magdaleno y retener su título en un asalto ante el resistente Hidenori Otake. Pero, cuando buscaba su cuarta victoria de 2018, otro mexicano, Emanuel Navarrete (26-1, 22 KO), truncó su racha, le quitó el récord invicto y su cinturón mundial.

Y es que en la madrugada del sábado al domingo, en el Madison Square Garden de Nueva York (Estados Unidos), el retador obligatorio Navarrete se impuso por decisión unánime y cartulinas de doble 116-112 y de 115-113, puntuaciones que son justas sólo si no se contabiliza un knockdown que el nuevo monarca padeció pero que no fue apreciado como tal por el árbitro.

La pelea, pese a oscilar en cuanto a quién dominaba los asaltos, tuvo una lectura táctica muy clara que se repitió durante toda la pugna, consistente en que el boxeador que tomaba la iniciativa ganaba el asalto, perdiéndolo si la cedía. Esto fue debido esencialmente a que Navarrete insistió, aunque menos de lo que acostumbra, en caminar cercano a las cuerdas sin necesidad y ante el menor atisbo de presión, pero su éxito avanzando al ataque era tan evidente que no podía dejar de renunciar a su errónea tendencia y volver a cargar contra el campeón, que por su menor tamaño y fortaleza se veía arrastrado por los vaivenes de su retador.

Así, aunque en el primer round Dogboe conectó al ataque buenas combinaciones de curvos, en el segundo y en el tercer asalto Navarrete pasó a la ofensiva, llegando con poderosísimos ganchos de mano adelantada que dejaron tocado al africano, que no encajó nada bien los puños de un boxeador que parecía dos o tres categorías más grande. De ese modo, resultó posible que el mexicano alcanzase el triunfo antes del límite, pero en el cuarto le regaló la iniciativa al ghanés, que avanzando impactó sus ganchos arriba y abajo con destreza, aunque en el quinto y en el sexto Navarrete volvió a la caza con sus poco convencionales ganchos, uppercuts y rectos, dejando otra vez muy tocado al titular.

En el séptimo y en el octavo asalto Dogboe pudo encontrar otra vez los espacios para atacar y presionar, siendo evidente que la estrategia del aspirante era totalmente errada, ya que, sin apoyarse en su jab (fue casi inexistente a lo largo de la pelea) no tenía éxito retrocediendo y gastaba energías sin resultados, padeciendo además un gancho diestro al hombro y después a la cabeza que lo tiró, aunque equivocadamente el árbitro no realizó cuenta.

Por ello, en lugar de ser esto un punto de inflexión positivo para Dogboe se convirtió en un motivo para la reacción de Navarrete que, con su oponente desgastado y teniendo ambos ojos muy inflamados, en los últimos tres rounds ya no dejó de hostigar y atacar a su adversario con hooks y directos, provocándole serias dificultades y forzándole a agarrarse y a caminar.

Pese al knockdown no contabilizado, Dogboe no protestó el veredicto, quedando claro que con su 1,57 m (un centímetro menos que el campeón WBC del peso mínimo, el “Enano Gigante” Moonsri), tiene muy complicado, pese a su habilidad y explosividad, mantenerse al nivel de los peso supergallo más fuertes y de mayores dimensiones. Así, dando el límite del peso supergallo sin ningún tipo de problemas, quizás Dogboe debería plantearse descender alguna división, aunque en el peso gallo se encontraría con boxeadores incluso más peligrosos que en su actual categoría.

Por su parte, Navarrete es un boxeador de unas limitaciones técnicas muy grandes y cuya defensa es bastante inefectiva, de modo que ante los púgiles de la élite con un tamaño similar al suyo pero más hábiles padecerá mucho, pudiendo ser claramente derrotado si vuelve a cometer errores tácticos tan grandes. Aun así, su potencia y su pegada son enormes, y pese a ser sus puños a veces toscos, tiene heterodoxa destreza al ataque, por lo que surge como un muy peligroso campeón capaz de ofrecer peleas muy entret