Kike Pasqual

Lo que empezó como un malentendido viral por culpa de las redes sociales podría finalmente convertirse en un hecho. La posibilidad de que el excampeón mundial Sergio “Maravilla” Martínez descuelgue los guantes y vuelva al pugilismo profesional es real. Según ha afirmado Sampson Lewkowicz (antiguo mánager del boxeador), el porcentaje de probabilidad de que esto ocurra es bajo pero no es nulo. Y claro, buena parte de la afición está ilusionada de nuevo, ¿Cómo no estarlo, verdad? Los seguidores del noble arte sienten un profundo respeto hacia la figura de Sergio. Su talento y tenacidad ejemplifican los mejores valores del boxeo.

Por lo visto, Maravilla ha recuperado viejas sensaciones entrenando con cierta intensidad de nuevo. Su objetivo, a priori, era ponerse en forma y rodar algunas escenas para un documental que narra su vida. Lo que quizás haya pasado es que ha vuelto a sentir el rugido del león dentro de sí. Ese sonido que solo escuchan los grandes campeones, el sentimiento de saberse un fuera de serie, un superdotado de las dieciséis cuerdas.

Si Marvin Hagler sale a correr un rato por Milán o si Poli Díaz hace un poco de footing por Vallecas también podrían sentir ese rugido. Fueron púgiles sobresalientes, cada uno a su nivel. Sin embargo, en su caso la posibilidad de retorno es nula aunque se sientan en forma, su edad y el sentido común hace que nadie se plantee esa posibilidad. El caso de Maravilla es diferente, con 43 primaveras y 4 años después de su última pelea ante Miguel Ángel Cotto, el quilmeño aún podría ser competitivo en el boxeo profesional.

Ahora, el meollo del asunto es analizar si verdaderamente vale la pena pelear de nuevo. Toca poner en una balanza los motivos y también las contraindicaciones para dar el paso definitivo o mantenerse retirado.
La primera y principal causa para retornar, la que él habrá sentido seguramente con mayor peso, es la de volver a sentirse boxeador, algo tan sencillo como eso. A diferencia de un profesor de matemáticas o de un jardinero, un púgil no puede ejercer su profesión hasta los 65 años. Aunque se siga sintiendo boxeador toda su vida, su trabajo tiene una fecha de caducidad temprana, alrededor de los 35 o 40 años como mucho en la mayoría de los casos. Esto debe ser duro, saberse todavía joven y no poder trabajar de lo tuyo, no poder hacer esa actividad para la cual naciste. La exigencia de los entrenamientos, el estudio del rival o la atención de los medios, todos esos componentes que le hacen a un deportista sentirse en su salsa, estar a gusto consigo mismo, son los que Sergio tal vez añore.

Lo de pescar una última bolsa millonaria con la que asegurarse el porvenir no parece ser la motivación de Maravilla, este motivo queda descartado. Sergio es una persona con la cabeza amueblada que parece haber gestionado bien el bienestar económico que con tanto esfuerzo y merecimiento se ganó encima del ring. Si vuelve a pelear bienvenido sea el dinero, pero por suerte no tiene esa necesidad.

Por otra parte, el principal argumento para rechazar esta hipotética vuelta es la salud, que actualmente Maravilla posee para ejercer una vida plena como un ciudadano más, pero que quizás no debería poner en riesgo peleando de nuevo. Solo él sabe el estado físico que puede alcanzar. Sus seguidores recuerdan con facilidad como su condición de atleta fue clave para definir sus combates, a la vez que no olvidan como en esa última pelea contra Cotto fue precisamente su lastrada movilidad la que le impidió hacer algo más.

En último lugar, se puede hablar de ampliar el denominado “legado boxístico”. En pocas palabras, de añadir victorias contra nombres importantes del noble arte que acrecienten aún más su historial particular. Aunque resulta goloso pelear contra Chávez Jr. de nuevo o enfrentarse al Canelo o Golovkin, lo cierto es que Maravilla ya cumplió con creces peleando contra los grandes púgiles de su generación. Estos rivales insignes de su quinta se han retirado (Pavlik, Williams, Cotto) o bien andan fuera de los grandes focos (Margarito, Cintron o el propio Chávez Jr.). Una señal, qué duda cabe, de que los años gloriosos y las veladas protagonizadas por estos deportistas ya pasaron, para dejar paso a otra nueva generación, la de Canelo, Golovkin, Saunders y compañía.

En definitiva, si Sergio opta por descolgar los guantes solo cabe desear que lo haga como él sabe, al 100 por 100 de sus facultades y con el talante de campeón que le caracteriza. Aunque algunos consideramos que su carrera profesional ya está completa y preferimos que siga aportando al pugilismo desde su faceta de promotor y embajador internacional del boxeo.