Carlos Utrilla
@CJBoxing

El español Ruddy Encarnación no ha podido proclamarse campeón de Europa del peso pluma tras perder, en el Stereo Plaza de Kiev, ante el ucranio Oleg Yefimovych. El combate fue bastante trabado y poco espectacular. Ruddy llevó la iniciativa, realizó el mayor desgaste, puso corazón, garra, pero le faltaron ideas.
En los primeros 30 segundos de pelea Yefimovych avisaba, con 3 crochés seguidos de izquierda, de que la empresa del madrileño iba a ser difícil. Después, dio un paso atrás para salirse de distancia y dejó a su rival que llevara el peso de las acciones. Ruddy intentaba entrar en esa distancia realizando ataques rápidos, pero pecaba de ser demasiado frontal. El ucraniano se limitaba a agarrar o, en ocasiones, a usar un desplazamiento lateral hacia su derecha para intentar sorprender con su mano izquierda.

Pese a ello, hubo algún momento de esperanza, como en el tercer round, cuando el de Tundra comenzó a lanzar la derecha por encima del jab de Yefimovych, o en el cuarto, en el que siguió trabajando con el uno-dos aunque de manera precipitada. Así se lo comunicaba su entrenador Fernando Urbina en la esquina: “No vayas a arrancarle la cabeza. Tienes que ir a boxearle”.
La tónica cambiaría en el 8º, cuando el boxeador local, visiblemente cansado, acertó a lanzar dos izquierdas curvas que estallaron en el rostro de Ruddy: estos dos golpes y el agua derramada en la zona de la esquina del ucraniano, llevaron a la lona al español. A partir de aquí, el declinar físico de éste se hizo visible; atacaba ya robóticamente, de manera más lenta y no ponía en problemas a su adversario, que parecía haber cogido un segundo aire y, además, comenzaba a sacar la mano derecha, poco activa hasta ese instante.

“Ahora hay que jugársela. Es el 11. Pero no te tires; te tiras desde lejos. Te ven venir porque te tiras desde lejos y te tiran la derecha. Tienes que sacar primero la izquierda”. Eran las palabras de Kike Soria, que veía como esta aventura que comenzaron juntos hace unos años no podía tener el premio deseado. La frase resume a la perfección lo que estábamos viendo, el principal fallo del madrileño. Pese a tener ventaja de altura, no había impuesto (ni casi lanzado) su jab en ningún momento.
Los dos asaltos finales siguieron la misma tónica, con Ruddy valiente pero ya sin ideas ni vigor físico. Al final, los jueces dieron la victoria, por decisión unánime, a Yefimovych: 117-110, 118-109 y 117-111.
No sabemos los planes de futuro, pero la carrera de Ruddy Encarnación sigue. Hoy ha tenido el premio de disputar ese título europeo que tanto anhelaba. No ha tenido suerte, pero hay que aplaudir el tesón para buscar la oportunidad.