El excampeón de los pesos pesados Deontay Wilder está meditando si seguirá en el boxeo activo o se retira, y no parece que la decisión vaya a ser inminente.

Wilder lleva más de medio año pensando cuál será su primer paso, tras perder por segunda vez consecutiva antes del límite contra Tyson Fury. Esa pelea de verano de 2021 fue dura, y tuvo secuelas físicas notables para un Wilder que se ha caracterizado por no encajar bien sus derrotas y ser un auténtico compendio de excusas, desde achacar el resultado al peso de su traje de entrada al ring a plantear trampas en los guantes del Gypsy King.

Según ha declarado estos días, el de Alabama seguirá buscando motivos que le inclinen en un sentido u otro. Ha admitido que va a buscar ayuda en la ayahuasca, un brebaje utilizado tradicionalmente por los chamanes de las selvas situadas en América del Sur con efectos semialucinógenos. A sus 36 años, podría pensar que es hora de bajar el telón; las plantas del Amazonas y el Orinoco le ayudarán a deshojar la margarita.