Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

Es frecuente e incluso diario ver como boxeadores se cacarean de los títulos ganados (ya sean honrosos o de Mickey Mouse) y de invencibilidad, pero a esto ahora se suma el hacerlo de como sus rivales esquivan enfrentarse a ellos. Con tanta insistencia en esto último que, a este paso, van a lograr que den un cinturón por ello.

Pero si de verdad hay alguien que puede hablar con propiedad de este hecho, es Demetrius Andrade. El púgil norteamericano ha hecho mucho más que otros que lo han conseguido para tener su gran noche: un récord notable (30-0, 18 KO), ser campeón invicto con varias defensas… Ha llegado hasta usar los métodos tan en boga actualmente como son el llamar a sus rivales en las redes sociales, e incluso salir de esa “matrix” y hacerlo en la vida real; presentándose en plan “pesao” en la rueda de prensa tras la pelea del Canelo vs. Saunders para pedirle una oportunidad al mexicano, que fue desechada de esa forma tan viral como maleducada.

Esto se puede deber a varios motivos. Uno es que el público en general, ávido de acción o varias muestras de exquisitez técnica, considera que el estilo de Andrade sufre carencia de ambas, haciendo que pierda atractivo y, por lo tanto, falta de captación a la hora de vender billetes y para los promotores hacer pasta. Y tampoco parece que guste a sus compañeros de profesión, que quizás lo vean demasiado difícil, siendo un riesgo alto para tan poco beneficio. Tampoco ayuda su falta de carisma. Si bien, como hemos dicho, ha intentado crear conflicto que le ayudase a darse a conocer o picar a futuribles rivales, el chico tiene menos gracia que un debate sobre el estado de la nación. Algo que no debería influir en la carrera de un boxeador, pero por desgracia, vivimos en un mundo en el que, si eres un excelso bocazas (lo que los gringos llaman trash talker) suben las probabilidades de acceder a buenas oportunidades y grandes bolsas. Si no, miren a Jake Paul.

Como solución rápida a los problemas económicos surgidos por la pandemia, promotoras y organismos se han visto “forzados” a realizar combates que, sin la urgencia de recuperar pasta, hubiese llevado mucho más tiempo, incluso años realizarlas: las unificaciones Teo-Loma, Charlo – Castaño, JC Ramírez – Taylor e incluso el haber estado a punto de ver el Anthony Joshua – Tyson Fury este verano. Sin embargo, esto tampoco ayuda a Andrade a conseguir su gran momento y confrontar a los otros campeones de su división, el peso medio, viendo como estos tienen otros planes y prefieren otros negocios. Canelo optó por subir y quedarse en el peso supermedio, GGG y Murata se rumorea que negocian entre sí y Charlo está en PBC, quizás la competencia más dura con la que tratar. Ni siquiera le vale una gran actuación en su última pelea, ganando por KO a un buen aspirante, el galés Liam Williams.

Así, agotadas todas las opciones potentes, más allá de una defensa obligatoria de su título que no le reportará mucho ni en lo económico ni en lo deportivo, no quedan parejas de baile que le den su gran noche. Y es que, te puede gustar más o menos, aburrir o admirar sus dotes, pero es innegable que al chico todos le evitan; como hacen esas estudiantes de las películas yanquis sobre institutos al raro con gafas y acné para el baile de graduación. Empollones torpes y con estilo feo, pero con otro tipo de habilidades e inteligencia capaces de dejar mal a cualquiera de los más populares.