Este sábado en Riad, William “El Indomable” Scull (23-0, 9 KO) participará en el combate más importante de su carrera contra Saúl “Canelo” Álvarez (62-2-2, 39 KO), por los cuatro títulos mundiales del peso supermedio. El boxeador cubano, poseedor del cinturón de la IBF, llega invicto, aunque con poca notoriedad mediática. No obstante, su trayectoria y habilidades invitan a considerar aspectos más allá de las predicciones.
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Scull nació en Matanzas, Cuba, el 6 de junio de 1992. Desde su juventud, se midió y aprendió en la isla de boxeadores con renombre como Emilio Correa y Carlos Banteur. A los 16 años ya comprendía el significado de competir contra la élite. Sin títulos olímpicos ni mundiales, emprendió un camino independiente tras lesionarse el hombro en Cuba y ser apartado de la élite de la selección: primero a Argentina, donde no conocía a nadie, y donde tuvo su segundo hijo, y luego a Alemania, su residencia actual. “Todo lo que me gané fue a pulso”, explicó a los medios en la previa del combate. “No llegué con los galones de otro porque no fui campeón olímpico ni mundial”.
Scull, desde el punto de vista boxístico, es un peleador técnico de escuela cubana, de buena estatura (1,82 m) y con una defensa eficaz. Si bien no es un noqueador nato, su porcentaje de KO se sitúa alrededor del 39%, construye sus victorias a través del control del ritmo y la estrategia. Tras un ascenso paulatino, obtuvo la oportunidad mundialista al vencer al ruso Vladimir Shishkin en una pelea por el cinturón que Canelo había dejado vacante para buscar combates más rentables.
El boxeador mexicano reconoció que desconocía la identidad de Scull hasta que este se convirtió en retador por la IBF; una declaración que pone de manifiesto el perfil discreto del púgil cubano. Muchos consideran a Scull un mero obstáculo antes del importante combate de septiembre contra Terence Crawford.
La clave: seguir el ejemplo de Bivol
Para lograr la sorpresa, Scull deberá demostrar la serenidad de Dmitry Bivol, quien ya sorprendió a Canelo con una actuación disciplinada, sin dejarse intimidar ni afectar por la presión. El cubano necesita confiar en su boxeo, moverse con inteligencia, aprovechar su alcance y evitar el intercambio directo. Sin embargo, también debe evitar la excesiva confianza. Mantener su estilo, sí, pero sin conceder oportunidades. Ahí podría estar la clave.
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