Daniel Pi
@BastionBoxeo
El año 2018 ha comenzado para el WBC acechado, de nuevo, por duras críticas, y ciertamente estas parecen merecidas, ya que el organismo ha tomado otra vez una decisión realmente arbitraria. Y es que ha decretado que el combate que disputarán Danny García (33-1, 19 KO) (en la foto) y Brandon Ríos (34-3-1, 25 KO) en el Mandalay Bay Hotel & Casino de Las Vegas (Estados Unidos) el día 17 de febrero sea una eliminatoria final para decidir al retador oficial del monarca unificado Keith Thurman.
A priori, dado que ambos contendientes son nombres reconocibles y extitulares mundiales, puede que la resolución no resulte tan sorprendente, pero si se mira el récord reciente de Ríos la controversia cobra sentido. Hay que recordar que “Bam Bam” sólo ha disputado un encuentro desde que en noviembre de 2015 perdió en nueve asaltos ante Timothy Bradley, siendo su única pugna en veintiséis meses el rodaje que realizó el pasado junio ante una piedra de toque como Aaron Herrera, al que noqueó en el séptimo episodio.
Así, sin haber logrado ningún triunfo de relevancia en tres años y ni tan solo contar con una pasada condición de campeón mundial WBC (en ocasiones los organismos justifican la sobrevaloración de boxeadores en las listas alegando que portaron uno de sus cintos), Ríos recibe esta oportunidad por encima de púgiles que se han mantenido mucho más activos, están en mejor estado de forma y, en definitiva, sí han hecho méritos para conseguir el premio que supone la antesala de un mundial.
Teniendo en cuenta que el WBC ya se vio rodeado por la polémica cuando se resistió a desposeer a Danny García de su cetro del peso superligero, a pesar de su falta de defensas durante quince meses, esta decisión ha sido interpretada como un reincidente trato de favor descarado hacia éste, empujándole con bajo riesgo a un nuevo asalto mundialista. En cualquier caso, el acceso al campeonato ante Thurman del ganador del García-Ríos se verá aplazado hasta que el titular realice otra defensa obligatoria ante Shawn Porter.
