Darío Pérez
@Ringsider2020

El Seminole Hard Rock Hotel and Casino de Hollywood, en el estado norteamericano de Florida, hospedó anoche una velada organizada por Matchroom con cinco peleas.

En el último y estelar duelo, Daniel Jacobs (36-3, 30 KO) y Gabe Rosado (25-12-1, 14 KO) dirimían rencillas personales en el ring, una animadversión que se notó desde que subieron al ensogado, con miradas desafiantes.

Unos primeros asaltos que parecían de estudio por parte de Jacobs, frenando las acometidas de Rosado, dieron paso a la tónica habitual de la pelea, con un ritmo tedioso; Rosado tiraba más golpes, erráticos en su mayoría, ante un Daniel Jacobs que era más selecto en sus acometidas y ligeramente más preciso. Nos preguntábamos en la mitad de la pelea a qué había venido tanto ruido previo, cuando nos daban tan pocas nueces a la hora de intentar golpearse. Por fin, al final del séptimo episodio, Jacobs decidió intensificar las acciones, para alivio del probablemente somnoliento telespectador europeo; era evidente su mejor boxeo, pese a la racanería exhibida.

Pero tampoco entendíamos a Rosado, cuya única meta parecía sobrevivir los doce asaltos en lugar de aprovechar esta oportunidad, seguramente su última aparición en el combate principal de una gran cartelera. Los doce asaltos culminaron con los dos deportistas en pie y sin grandes daños a la vista; uno estaba conforme con su previsible victoria, el otro parecía orgulloso de haber permanecido en pie. Y…tremenda sorpresa cuando el presentador anunciaba las cartulinas: 115-113 para Rosado, 115-113 para Jacobs y 115-113 para Rosado. Jacobs abandonó el ring a la carrera con notable enfado, pero regresó al ring y el árbitro alzó su brazo. Finalmente, parecía un error del hombre del micrófono, y, ante el estupor de Rosado, se proclamaba ganador a Daniel Jacobs. Dos 115-113 para Jacobs y uno para Rosado, fue la decisión final. Fue, aparentemente, un error de quien leyó las puntuaciones, algo que aportó más emoción que muchas partes de la propia pelea.

En el primer combate de la noche, el africano Emmanuel Tagoe (32-1, 15 KO), que debutaba en una gran cartelera en Estados Unidos a sus 31 años, se enfrentaba al duro Mason Menard (36-5, 25 KO). Fue una lucha de poder a poder, ya que ambos se encontraban con una gran oportunidad de cara a su futuro por edad y exposición del evento, sin ningún púgil cediendo el centro del ring (aunque el ghanés se no tenía ningún problema en esperar lanzando contras).

Tagoe solía terminar mejor los intercambios… y los asaltos, como por ejemplo el segundo, donde le dio «la de regalo» a Menard tras la campana final. El combate se fue diluyendo con el paso de los asaltos, bien porque los contendientes no querían desfondarse si llegaban a la distancia, bien por tema puramente físico. Tagoe quizá pudo verse ganador por su mayor precisión y el ojo inflamado de Menard, pero probablemente debería haber intentado lucir más en una categoría tan poblada como el peso ligero. Porque su guardia baja, emulando a Roy Jones Jr. o Sergio Martínez, no parecía reflejar lo que estaba ocurriendo sobre el ring, con un combate menos decantado hacia su lado de lo que creía. El combate llegó a la distancia y los jueces dictaron sentencia: 95-95, 98-92 y 96-94 (con el que coincidimos). Tagoe deberá replantearse su boxeo y su táctica si quiere dar el paso hacia las grandes ligas.

El segundo pleito de la velada enfrentaba al azerbaiyano Magomedrasul Majidov (3-0, 3 KO) y Sharet Delgado (8-1, 7 KO) en el peso pesado. El primer asalto parecía de tanteo hasta los veinte últimos segundos, donde Majidov aceleró sus manos y llegó claramente al centroamericano. Tras salvarle la campana, nuevas manos en la primera mitad del segundo asalto siguieron minando a Delgado, de cuya nariz manaba abundante sangre. Las manos del asiático sonaban durísimas incluso en la retransmisión televisiva, mostrándose inexpugnable en defensa. Espoleado por su esquina, el boricua intentó entrar al tercer round con mucha actividad, pero se vació demasiado y Majimov respondió con golpes tremebundos que obligaron al árbitro a parar la pelea. Majimov protagonizó la escena emotiva de la pelea, ya que no solamente evitó celebrar el triunfo, sino que fue a la esquina de Delgado a sostenerlo, pese a la inferioridad de peso, hasta que pudieron cuidarle médicamente.

El ecuador de la pelea vio un combate en el peso medio entre Nikita Ababiy (10-0, 6 KO) y Brandon Maddox (7-4-1, 5 KO). Con un look similar a Justin Bieber, Ababiy salía a por todas desde el principio de la pelea, con agresividad medida. Técnicamente, el invicto Ababiy se mostraba superior a un más rudimentario Maddox, pero no acababa de plasmar esa diferencia en golpes más claros o potentes. Al empezar el cuarto asalto, un duro golpe llegó a las gónadas de Maddox, que tuvo que pedir unos segundos para recuperarse. Ababiy siguió imponiendo su, también, mejor preparación física y ritmo de golpeo, aunque tiene que aprender a no exponerse tanto en ocasiones. Los dieciocho minutos de la contienda se consumieron, con resultado de triple 59-55 para Nikita Ababiy.

El combate coestelar de la noche y título intermedio IBF wélter nos presentó al campeón olímpico Daniyar Yeleussinov (10-0, 6 KO) y al veterano namibio Julius Indongo (23-3, 12 KO). Ya en el primer asalto, Indongo cayó tras uno de los precisos golpes del kazajo, un precioso croché de izquierda, aunque llegó al final tirando de su amplia experiencia. El golpe se repitió en el segundo asalto, e Indongo se retiró hacia su esquina con la rodilla maltrecha, pidiendo al árbitro el final del combate. Yeleussinov presenta su candidatura a disputar un título mundial en 2021 dentro de una categoría de peso muy disputada y con grandes combates, haya campeonato en juego o no.