Marcos Antonio Nogueroles Hernández
mireinopersonalizado@hotmail.com

En 2004, Óscar de la Hoya era la cara A del boxeo. Sin duda alguna se había convertido en el púgil más famoso y taquillero de este deporte.
Desde la caída de Mike Tyson nadie había generado tanta expectación y dinero, cosa que refrendaba en el ring con grandes combates en las que muchas veces salía ganador y otras pocas perdedor.

Era el niño bonito de Las Vegas y había conseguido representar a latinos y norteamericanos al mismo tiempo. Obviamente tenía muchos detractores, pero esa es otra historia.
En 2003 había perdido sus títulos superwélter en la revancha contra Sugar «Shane» Mosley, que para muchos era el boxeador más potente de esa nueva era.

Cerrada ya esa puerta se dispuso a enfrentarse a un nuevo objetivo: ser campeón del mundo del peso medio.
Si lo lograba, sería el primer boxeador en ser campeón del mundo en seis pesos diferentes, lo que era un logro impresionante.
El problema a simple vista era de constitución, me explico.
De la Hoya había comenzado en el peso superpluma y no tenía un físico corpulento que le acompañase a la hora de enfrentarse con tipos más grandes y que se movían entre el peso medio y el semipesado.

Aún así el objetivo era demasiado delicioso para dejarlo pasar por un doble motivo: primero, aparentemente por el récord profesional que alcanzaría el Goldenboy y segundo por el dinero. ¿El dinero? , claro , esto es un negocio .
En ese momento había dos campeones del mundo del peso medio, el de la WBO era un alemán llamado Felix Sturm y el del resto de organismos era Bernard Hopkins, ni más ni menos.
De la Hoya y Arum, listos como el hambre vieron el negocio. Primero Óscar se enfrenta al alemán en junio y en septiembre que unifique con Hopkins y quien gane es indiferente porque aquí ganamos todos
.
Llega el sábado 5 de junio y en la misma velada pelean todos los protagonistas mencionados. Hopkins se enfrenta a Robert Allen, José Luis Castillo pelea con Lazcano y en el combate principal Oscar va contra Sturm. PPV, MGM, seguro que esto les suena.

El argumento de la noche transcurre como se esperaba, Hopkins gana a Allen.
Llego el momento de De la Hoya , el alemán es un semidesconocido en EE. UU. y en apariencia es un convidado de piedra. La idea es que Óscar sea campeón de los medios y que en septiembre se las vea con el Verdugo Hopkins. Me imagino a Arum contando los billetes.
El combate va a empezar, veo a Óscar hinchado, parece sobrecargado, ha perdido la finura que tenía en categorías inferiores. Frente a él está Sturm que se mueve en su peso natural.

La batalla comienza, Óscar está torpe, no se le ve ni rápido ni certero. La sobriedad del alemán se va imponiendo poco a poco. El medallista de Barcelona no parece él, está desdibujado, es una mala copia de si mismo.
En los últimos asaltos se le oye decir en su esquina “Estoy perdiendo” .

Pero no pierde, llega el fin del combate y derrota a Felix Sturm. Óscar de la Hoya, campeón del mundo del peso medio.
En septiembre le espera su futuro socio Bernard Hopkins y un gancho al hígado que le tira por el suelo.

Así es como se pierde credibilidad en este deporte.