Con controversia, Soto derrotó a Acosta en la sorpresa del año en las divisiones ligeras

Daniel Pi
@BastionBoxeo

El aspirante entraba a la pugna sin que se le otorgasen opciones de victoria, e incluso cuestionándose no sólo que recibiese esta oportunidad mundialista sino también criticándose su posición en un top 15 en el que no había hecho méritos para estar. Así, cuando durante el enfrentamiento el campeón mundial WBO del peso minimosca, el puertorriqueño Ángel Acosta (20-2, 20 KO), logró capturar más de siete asaltos y, a pesar de una caída, hacer lo suficiente para encaminarse a una clara victoria en una entretenida pugna, todas las piezas del puzzle encajaron… aunque faltaba una.

Y es que en el duodécimo asalto, el árbitro Thomas Taylor realizó la detención arbitral más equivocada de lo que llevamos de 2019, parando muy precipitadamente la contienda y dándole con ello el cinturón mundial al retador mexicano Elwin Soto (15-1, 11 KO), nuevo monarca que tras el combate pareció incrédulo de lo que acababa de sucederle a su vida. Hay que mencionar que las cartulinas de los jueces a falta de un asalto por puntuar habían dado ya la victoria a Acosta con 107-101, 106-102 y 105-103.

En cuanto al desarrollo del choque, Acosta comenzó bien, contragolpeando con su mano adelantada en croché y gancho zurdo las arremetidas de su rival, pasando a conectar golpes de poder curvos en el segundo round ante un Soto activo de piernas y que trataba de compensar su falta de recursos con voluntad pero que conectaba menos puños. Con todo, en el tercer episodio, una combinación gancho zurdo-gancho diestro del retador llevó a la lona a Acosta que, de todas maneras, terminó recomponiéndose y desplegando numerosas de sus series.

Así, si bien Soto pudo hacerse con un cuarto round en el que hizo valer su tesón en los intercambios, desde entonces Acosta estableció un claro dominio, aceptando los cruces de golpes en el centro del ring para impactar excelentes combinaciones de ganchos al rostro, uppercuts enlazados, uno-dos armados con limitado recorrido y ganchos al cuerpo. Por ello, y ofreciendo el tipo de trabajo que no deja dudas a los ojos de los jueces, o sea manos claras y potentes con notable frecuencia y golpeando con el nudillo, dejó muy atrás los apuros puntuales del tercer round y con su contundencia empujó fuera del centro del ring al fuerte Soto e incluso le obligó eventualmente a desplazarse.

Entonces la única pregunta resultó cómo era posible que Soto pudiese soportar tan bien el castigo de un boxeador con 100% de nocauts y que le había golpeado durante tanto tiempo en la media-corta, si bien en el duodécimo asalto estaba por llegar la gran polémica.

Al lanzarse a por un Soto contra las cuerdas, Acosta recibió un “lucky punch” en gancho zurdo que le estremeció, saltando el árbitro para detener la pugna casi inmediatamente aunque el puertorriqueño ya estaba alzando su guardia y el aspirante casi no había tenido tiempo para intentar hostigar. Acosta, enfadado, no lo podía creer, puesto que, aunque es justo decir que erró totalmente al ser tan agresivo en el último round, el árbitro le había robado la oportunidad de intentar reponerse o contestar, algo todavía más incomprensible teniendo en cuenta que “Tito” había pasado por peores momentos en el tercer asalto sin que se detuviese por ello el combate.

Si a todo esto le sumamos que muchas veces los árbitros, atrozmente, no detienen las peleas a los campeones que van ganando aunque estén siendo duramente golpeados y sacudidos durante largos periodos, dándoles excesivo margen para que intenten sobrevivir, la intervención del tercer hombre Taylor en el Acosta-Soto fue de lo más extraña.

En la entrevista tras el combate, fatalmente conducida por la reportera de DAZN, que pareció activar, como hizo tantas veces Max Kellerman en HBO, el protocolo de “control de daños” para intentar disminuir la polémica, Soto reconoció que pensaba que iba a perder y se sintió afortunado por esa mano crucial que había llegado. Por su parte, Acosta insistió en su descontento, señalando que a continuación quiere una pelea de revancha o un duelo ante otro monarca. Sin duda, lo mejor resultaría una pelea de desquite teniendo en cuenta la controvertida conclusión, pero se debería olvidar por el momento de los otros titulares, que podrían aprovechar sus brechas todavía más.

Finalmente, los promotores y mánagers deberían tomarse esta pelea, al margen de la polémica, como un aviso, dado que el daño que le ha hecho al recorrido de Acosta una derrota ante un Soto elegido como víctima propiciatoria es mucho mayor al que habría sufrido al ver su reinado cortado por un tropiezo ante un adversario bien valorado, quedando claro una vez más que la voluntad de sobreproteger a los titulares alejándolos de los grandes retos es una táctica que a la larga puede salir muy cara.