Manuel Valero
@Manu_Valero

El 3 de abril de 1970, España se paralizó para seguir el primer intento de José Manuel Ibar «Urtain» de proclamarse campeón de Europa de los pesos pesados. El combate batió el récord de recaudación para un evento deportivo en la época, recaudándose en taquilla más de nueve millones de pesetas. El vasco se embolsó cerca de dos millones, una cifra que en esa época solo podía igualar «El Cordobés».

La expectación en el Palacio de los Deportes de Madrid era máxima, con la presencia de cinco ministros franquistas. Televisión Española retransmitió en directo el combate, y los periódicos vendieron más ejemplares al día siguiente que cuando el Real Madrid triunfaba en Europa, retratando Manuel Alcántara en MARCA y Fernando Vadillo en AS las hazañas de los boxeadores españoles de esa dorada época.

El de Cestona era un fenómeno popular, que había sido elevado a la categoría de héroe por la prensa por su potencia, pero sobre el que pesaba la duda de la oposición de sus rivales. Weiland venía de proclamarse campeón continental derrotando en un solo asalto al francés Bernard Thebault, siendo conocido por los aficionados españoles por haber derrotado al también vasco Mariano Echevarría en 1968. La gloria esperaba a Urtain, pues tenía ante sí la oportunidad de ser el primer español en conseguir el cinturón de Europa de la icónica categoría de los pesos pesados desde que Paulino Uzcudun lo perdiese en 1933 frente al italiano Primo Carnera.

En las horas previas al combate se resaltó que Urtain había solventado los veintisiete combates que había disputado por la vía rápido, y el peluquín que lució Weiland en el pesaje. Sobre la báscula la diferencia fue notable, marcando el alemán 105,5 kg por los 88,4 del aspirante. El británico Roland Dakin fue designado juez-árbitro, con la presión añadida de los cánticos de 12.000 personas espoleando a Urtain.

Todo apunta en el primer round a una rápida victoria del vasco, que derribó a Weiland aunque el árbitro decidió no contarle. En el tercero, el alemán volvió a caer a la lona, y la mala sincronización entre Dakin y el cronometrador impidió a Urtain alzarse con el título en ese momento, al alargarse la cuenta. Las carencias técnicas de Urtain salieron a relucir a partir del cuarto asalto, pero también hizo gala de un gran pundonor.

El cansancio y la pobre defensa del aspirante dio paso a que las acciones pasaran a desarrollarse en la corta distancia, con múltiples agarrones que interrumpían el combate. Entre el sexto y el séptimo asalto, Renzo Casadei frenó la hemorragia nasal que sufría Urtain, que recuperó aire de cara al siguiente round. El desenlace se produjo en el séptimo round, poniendo la rodilla sobre el tapiz Weiland totalmente aturdido tras encajar los potentes golpes del español.

El peluquín de Weiland había dado paso a la chapela que portaba Urtain al ser proclamado campeón de Europa del peso pesado, captando la imagen que pasaría a la historia del deporte español los treinta fotógrafos acreditados para el evento.