Darío Pérez
@ringsider2020
Este próximo sábado en Riad (Arabia Saudí), por primera vez tendremos un campeón indiscutido del peso pesado en lo que se ha llamado la era de los cuatro organismos. Se ha hecho esperar décadas, pero al fin veremos quién es el único ocupante del puesto más privilegiado del boxeo mundial. La división más mediática, la de los combates más recordados y los campeones convertidos en mitos, coronará al mejor de una generación cuyos mayores exponentes, muy por encima de los 30 años, ven escaparse poco a poco sus días de plenas facultades. Será en la principal atracción de la gala que este sábado organiza la realeza saudí por medio de Turki Alalshikh, poniendo de acuerdo a promotores antaño enfrentados, aparentemente por inquina personal, en realidad por falta de dinero sobre la mesa.
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Dos colosos estarán en la rampa de salida del Kingdom Arena. Uno, el campeón WBC, peso pesado puro, un auténtico gigante con más de dos metros de altura. Es el británico Tyson Fury (34-0-1, 24 KO), cuyo comportamiento inestable a nivel mental, con extrañas actitudes o adicciones entre otros factores, ha demostrado ser el mejor de los últimos años. Su legado, sin embargo, se ha manchado en los últimos años tras su trilogía épica con Deontay Wilder (aquí pierden todo argumento quienes le llaman cobarde, porque nadie se ha encerrado treinta asaltos a palos con uno de los mayores noqueadores de la historia). Rivales elegidos a dedo como Dillian Whyte o Dereck Chisora y una nefasta imagen como peleador ante Francis Ngannou en el debut de este, además de obstruir las previstas batallas contra Anthony Joshua o el propio Usyk antes de la aparición de los petrodólares saudíes han echado su imagen por tierra ante muchos aficionados. Una victoria contra el ucraniano callaría todas esas bocas al coronarse único campeón y haría olvidar aquel parón de casi tres años que pareció un día cortar su ascenso de raíz. Fury ha pesado 118,800 kg.
En el otro lado, el zurdo Oleksandr Usyk (21-0, 14 KO). La etapa actual de peso pesado, donde navega entre colosos, puede hacernos perder la perspectiva sobre el tamaño del ucraniano, en torno al metro y noventa centímetros (bastante más alto que Mike Tyson o Joe Frazier y de similar altura que Muhammad Ali, por poner unos ejemplos). Con 37 años, dos más que Fury, un triunfo para unificar su segunda división sería lo que le convirtiera en uno de los boxeadores de mayor grandeza y legado históricamente. A su etapa amateur donde logró la triple corona de campeón europeo, mundial y olímpico le suma la proeza de unificar el peso crucero en un momento donde había mucho más talento que en la actualidad. Como peso pesado, le costó adaptarse al nuevo cuerpo que necesitaba para medirse con garantías a los mejores sin límite en la romana, pero lo consiguió de manera satisfactoria al imponerse dos veces, por pura técnica, astucia y movilidad. Dos triunfos seguidos, pese a la diferencia de tonelaje, frente a Anthony Joshua le concedieron las fajas IBF-WBA-WBO, que defendió con éxito el pasado 2023 frente a Daniel Dubois. El único pero que ponemos a su último lustro es, por diversos motivos, no haberle visto más que una vez al año pisando la tarima. Usyk ha pesado 105,900 kg.
Apostantes y analistas ven muy igualado el devenir de las hostilidades. Variables como el entrenamiento que haya llevado a cabo Fury son demasiado importantes como para obviarlas en el análisis de la pelea. A ninguno de estos gatos les han puesto el cascabel, siendo Wilder en la primera de sus tres refriegas y un Mairis Briedis en plenitud quienes más cerca han estado de poder hacerlo.
Sentémonos y disfrutemos este sábado, ya seguramente horario de domingo en España (sobre las 00:00 mediante la plataforma DAZN en pago por visión), de un duelo de titanes. No serán Wyatt Earp y Doc Holliday, los hermanos Clanton o aquellos legendarios pistoleros; de hecho, estarán más bien en el este que en el oeste. Pero este cruce tiene todo, y ojo porque hay revancha teóricamente firmada, para pasar a la historia del Noble Arte.
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