Daniel Pi
@Bastionboxeo

De nuevo, una pugna muy esperada por el público, en este caso especialmente por los aficionados mexicanos, se produce demasiado tarde y cuando ya ha perdido parte de su interés. Y es que las peticiones para la disputa de un choque entre Saúl “Canelo” Álvarez y Julio César Chávez Jr. se tornaron verdaderamente intensas a partir del 2009, año en el que el primero reclamó abiertamente un enfrentamiento entre ambos. Desde entonces han pasado muchísimas cosas en sus trayectorias que han cambiado de forma decisiva la visión que se tiene de cada uno de ellos y han mermado el potencial del choque.

De todos modos, a mediados de 2012 ambos eran campeones mundiales imbatidos y que acababan de conseguir sus mayores victorias: Chávez Jr. venciendo en siete asaltos a Andy Lee para defender su corona del peso medio por tercera vez y Álvarez imponiéndose a Shane Mosley por decisión unánime para realizar la cuarta defensa de su cinto del peso superwélter. Quizás entonces hubiese sido un gran momento para que los dos se enfrentasen, pero, al contrario, sus caminos se separaron.

El auge de Canelo
Tras vencer controvertidamente a Austin Trout, Álvarez (48-1-1, 34 KO) se alzó a un duelo ante Floyd Mayweather Jr., en el cual, a pesar de salir derrotado, vio extrañamente agrandada su condición de estrella. No importa que ante Erislandy Lara su triunfo resultase incluso más polémico que ante Trout, que pelease ante un Kirkland 17 meses inactivo, que se midiese a Amir Khan en un peso pactado por encima del límite superwélter o que rechazase enfrentarse a su retador obligatorio Golovkin, “Canelo” siguió siendo considerado una de las principales figuras en el boxeo, recibiendo de parte de algunos medios una posición de número 1 de todos los pesos de la que muchos discrepan. De lo que no cabe duda es que, con 900.000 ventas de pago por visión en su combate ante Cotto (cifra récord desde la retirada de Mayweather), es el principal generador de ingresos televisivos actualmente.

La caída de Chávez Jr.
Por su parte, Chávez Jr. (50-2-1, 32 KO) ha seguido un camino inverso en su trayectoria reciente. Salpicado por múltiples escándalos fuera del ring, con otro positivo en control antidopaje (ya había dado uno en 2009), graves cruces de reproches con sus preparadores e incluso con su propio padre, Julio César Chávez, además de constantes problemas para dar el peso y cancelaciones de combates, Chávez Jr. ha destruido el moderado prestigio que había logrado. Además los resultados tampoco le han acompañado, habiendo sido dominado por “Maravilla” Martínez, derribado y vencido por abandono por Fonfara y no habiendo podido ser decisivo en sus dos polémicas victorias ante Brian Vera. Así, finalmente, quienes no pensaban que había vivido del renombre de su padre, terminaron también por retirarle su apoyo.

Al fin frente a frente
Igualmente, aunque Chávez no ha logrado una victoria destacable en cinco años, el deseo del público mexicano de verlos combatir se mantiene muy alto, por lo que, viendo “Canelo” y su equipo que esta podría ser la mejor ocasión de conseguir una bolsa mayúscula y batir a su archirrival a menor riesgo, se pactó un encuentro entre ambos que el sábado abarrotará el T-Mobile Arena de Las Vegas (Estados Unidos), motivará gigantescas ventas del pago por visión de HBO y monopolizará, entre otras, la televisión mexicana a través de las emisiones de Televisión Azteca y Televisa.

En lo que se refiere a los aspectos deportivos, aunque Chávez está lejos de pasar por su mejor momento y si bien algunos creen que podría ser un sencillo rodaje para “Canelo” antes de combatir ante Golovkin en septiembre, la pelea podría desarrollarse más contendida de lo esperado. A pesar de que no es un ejemplo de compromiso, constancia y trabajo, Chávez parece haberse tomado este crucial encuentro con muchísimo mayor interés que en anteriores ocasiones, llegando, a priori, en una gran condición bajo la tutela del respetado entrenador Nacho Beristáin. Aun así, el hecho de que el cruce se produzca en un peso pactado a 74,6 kg (1,6 kg por debajo del límite del peso supermedio), podría jugar un papel importante contra un Chávez Jr. menos rodado, que no pelea en menos de 76 kg desde 2012 y que ha llegado a combatir en el peso semipesado.

En cualquier caso, si Chávez Jr. da el peso y se rehidrata bien, debería tener cierta ventaja en adaptación ante un Álvarez que nunca ha peleado ni siquiera a más de 70,3 kg (ligeramente por encima del peso superwélter) y que es 10 cm más bajo y tiene 6 cm menos de alcance. Además, “Canelo” se puede permitir un tropiezo, pero Chávez difícilmente podrá perder este combate sin que su carrera se tambalee, esta vez de forma definitiva, por lo que el esfuerzo ofrecido debería ser enorme.

Una batalla para celebrar una batalla
Así, se espera una pelea intensa entre estos mexicanos, en la que eventualmente se producirán emocionantes intercambios de golpes curvos en la distancia corta por el afán de triunfo de ambos y por lograrlo de forma incuestionable y espectacular en una ocasión tan importante. Según algunos, “Canelo” podría usar su superior técnica para controlar la pelea desde la distancia larga, pero será complicado que pueda hacerlo sin exponerse a potentes contragolpes en gancho zurdo o cruzado diestro de un Chávez más alto y que del mismo modo podría intentar imponer sus rectos. Por otro lado, la claridad de golpeo y la destreza en la combinaciones del favorito “Canelo”, además de su buen uso de los puños al torso, podrían tener un papel decisivo en el transcurso del combate y en las cartulinas de los jueces, que habitualmente se suelen decantar por él en caso de duda.

Sea como sea, sin ser un duelo totalmente nivelado, ni producirse en el mejor momento posible, el Canelo-Chávez Jr. resulta muy interesante y será un de los enfrentamientos más importantes del año 2017 por su trascendencia para el boxeo de México, sirviendo además como un inmejorable e ineludible entretenimiento para los mexicanos de Estados Unidos durante las festividades del fin de semana del 5 de mayo, día en que se conmemora en ese país la Batalla de Puebla y el Día del Orgullo Mexicano.