Daniel Pi
@BastionBoxeo

Las cosas no fueron tan sencillas como David Benavídez (19-0, 17 KO) y su equipo esperaban, pero terminados los doce asaltos de una contendida pelea en la que llegó a visitar la lona, el estadounidense se impuso al coaspirante Ronald Gavril (18-2, 14 KO) por decisión dividida, capturando el cinturón mundial WBC del peso supermedio vacante y convirtiéndose, a sus 20 años, en el boxeador más joven que logra coronarse en la historia de la división y en el monarca de la actualidad de menor edad en cualquiera de las categorías.

Tras un primer asalto en el que ambos se jabearon con insistencia en el centro del ring, las acciones se intensificaron rápidamente, utilizando Gavril series de directos y combinaciones de ganchos al cuerpo y Benavídez uppercuts y hooks enlazados con directo que pusieron de manifiesto su ventaja en pegada. Si bien “El Bandera Roja” no dejaba de mostrar una calma pasmosa, poco a poco comenzó a conducir hacia el ensogado a su adversario que, alcanzado por durísimos cruzados diestros, derechas rectas y ganchos al torso, comenzó a verse mermado, algo ensangrentado y forzado a entrar en clinch.

Pese a ello, y aunque pareció que sólo hacia falta una última intensa ofensiva para que se llegase a la conclusión de las acciones, Benavídez aflojó evidente y decisivamente su ritmo, permitiendo que el rumano, antes del ecuador de la contienda, se rehiciese y empezase a capturar rounds de forma consecutiva. Y es que mientras el favorito disminuyó drásticamente su cadencia de golpeo, retrocedió a las cuerdas demandando a su rival que le atacase y realizó momentáneos gestos fanfarrones, Gavril se mantuvo constante en su trabajo, básico pero firme. Repitiendo el jab hasta la saciedad, buscando el torso de su contrincante una y otra vez y usando sus rectos en variación de altura, el dinámico “The Thrill” superó claramente en varios rounds de este periodo a un Benavídez que no dejó de llegar con peligro pero con ataques sumamente esporádicos.

Por su excesiva cautela o tranquilidad Benavídez vio las tarjetas emparejarse peligrosamente, de modo que en el último tramo de la contienda retomó la táctica que equivocadamente había dejado minutos atrás, si bien ahora las energías ya no le acompañaban tanto. Aun así, sólo necesitó un mínimo empeño para llegar con cruzados y ganchos de mano adelantada que dejaron muy tocado a su oponente y le obligaron a agarrarse a la desesperada. Con todo, el combate deparó todavía una última sorpresa, ya que al confiarse y perseguir sin precaución en el duodécimo asalto a Gavril, que seguía plantando batalla, un directo de mano adelantada impactó contra un Benavídez mal posicionado y le arrojó a la lona.

Así, cuando el enfrentamiento terminó hubo sobrado espacio para la duda respecto a quién iba a ser el vencedor para los jueces, agravándose cuando se pudo ver que el resultado sería de decisión dividida. Finalmente, con tarjetas de 117-111, 116-111 y 111-116, de las cuales la primera y la última son manifiestamente inadecuadas, se llegó a la coronación de Benavídez, resultado que no contentó a todos y, especialmente, al equipo de Gavril, que consideró que su púgil había sido víctima de un mal veredicto.

Sea como sea, la actuación del nuevo monarca dejó que desear, puesto que un Gavril que puso esencialmente corazón y trabajo igualó las acciones a pesar de que no ofreció una mejor pelea que anteriores oponentes de Benavídez, como Dennis Douglin o Rogelio Medina. Si ante estos Benavídez hubiese combatido igual que ante Gavril probablemente ahora no estaría en tan insigne posición, ya que los excelentes contragolpes que tan decisivos se mostraron en el pasado en esta ocasión estuvieron desaparecidos y sus ataques fueron salteados y carentes de continuidad. Por ello, si a esto se suma que su uso de las piernas fue tosco, que su preparación física no fue la mejor y que sobrevaloró sus esfuerzos, resulta claro que el jovencísimo campeón tiene, pese a sus grandes cualidades, un largo camino por delante para hacer evolucionar y madurar su boxeo.