Daniel Pi
@BastionBoxeo

En las últimas temporadas la división del peso superwélter no ha pasado precisamente por un momento brillante. Y con esta afirmación no debemos pensar en retrotraernos en una comparación a los años 80 de Thomas Hearns, Mike McCallum o Wilfred Benítez. Simplemente, el peso superwélter desde el combate entre Mayweather y “Canelo”, por poner una fecha aproximada, ha pasado por una fase de disminución de la atención en la que combates rumoreados y posteriormente no realizados, campeonatos de bajo nivel, cinturones sin dueño, concentración de estrellas en las categorías inferiores y superiores y un predominio de un estilo de corte táctico (que ha alejado a una capa de aficionados) han hecho que la división pierda relieve respecto a otras que tradicionalmente despertaron menos interés.

Mientras algunos, principalmente en Estados Unidos, intentan buscar una lógica a esto apoyándose en absurdas teorías sobre prejuicios, el hecho es que los protagonistas de la categoría y sus promotores han fallado a la hora de asegurar la realización de las mayores peleas posibles, que hubiesen evitado que esta situación de estancamiento existiese, o al menos que se prolongase tanto. En contraste a ello surge un 2018 en el que todo parece indicar que la tónica podría revertirse con grandes combates, que empezarán a recuperar de forma natural el importante papel que ha desempeñado la categoría.

En este sentido debemos interpretar la unificación entre Erislandy Lara, campeón WBA, y Jarrett Hurd, titular IBF, que compartieron velada el pasado octubre y que según se informa están a punto de cerrar un acuerdo para combatir en abril o mayo, estando a la espera posteriormente un Jermell Charlo, monarca WBC, que ha manifestado su deseo de medirse a estos. Por otro lado, surgen interesantísimas eliminatorias, como la que disputarán por el Consejo Mundial de Boxeo el fenomenal polaco Maciej Sulecki y el solidísimo Vanes Martirosyan o la que podría producirse por la IBF entre Julian Williams y Nathaniel Gallimore. Del mismo modo, boxeadores con enorme potencia y buena técnica como el argentino Brian Castaño o el ruso Magomed Kurbanov, respectivamente titular interino WBA y número 1 WBO, esperan su momento para asaltar a la élite y ofrecer complicadísimas pugnas.

Sin duda, no sólo hay motivos para la esperanza, dado que Charlo también ha mantenido la tónica de palabrería vacía, característica de los últimos tiempos en la división, llamando a combatir al campeón WBO Sadam Ali aun sabiendo que, por tener uno contrato con Showtime y el otro con HBO, este combate no se puede llevar a cabo. Además, Ali está a su vez emplazado a un enfrentamiento obligatorio contra un Liam Smith que, tras su controvertido triunfo ante Liam Williams, quizás no merezca este mundial. Por otro lado, la eliminatoria WBA entre Kanat Islam y John Vera, dos boxeadores que han recibido acusaciones de estar sobreprotegidos, no conllevará, lógicamente, que los aficionados se emocionen en exceso.

En cualquier caso, la irrupción en la categoría del excampeón wélter Kell Brook en marzo ante Sergey Rabchenko o el arrollador ascenso de prospectos como Khuseyn Baysangurov son otros de los muchos motivos que llevan a ser optimistas sobre el peso superwélter. Incluso, los aficionados españoles pueden esperar un año importantísimo para Sergio García, que está a las puertas del EBU y que es 5º WBC, aunque virtualmente está en el top 3.

Así, a diferencia de un tiempo muy cercano en el que la imposibilidad de una unificación era una certeza y combates mundialistas como el Lara-Foreman y el Smith-Radosevic fueron la nota dominante, despunta por el horizonte un año lleno de posibilidades en el que sólo con la disputa de la mitad de los choques potencialmente deseables el peso superwélter centrará muchas portadas y ofrecerá fantásticos rounds de boxeo.