Daniel Pi
@BastionBoxeo

Visto en retrospectiva, para los intereses de los aficionados españoles y para el boxeo de nuestro país en general, pero sobre todo para los intereses de los propios implicados, la lesión de Aramis Torres (7-0-1, 3 KO) que truncó la revancha ante Moncho Mirás planeada para el pasado febrero no pudo ser más desafortunada e inoportuna.

Esto es así porque, tras la derrota de Mirás ante el rival de sustitución Hinostroza y su consiguiente pérdida de la posición de aspirante oficial al cetro de la Unión Europa (que extrañamente no fue recibida por Hinostroza pese a su coronación como titular nacional), los seguidores del pugilismo se quedaron sin poder ver en nuestro suelo un combate histórico con los cintos UE y de España del peso mosca en juego al mismo tiempo. Además, Mirás vio diluirse su primer asalto continental y Torres finalmente se verá obligado a desplazarse a Italia para pelear por la segunda corona europea en importancia ante un adversario mucho más experimentado.

Sea como sea, las lesiones y sus negativas consecuencias son parte del deporte, y hay que aceptarlas como inevitables, restando el lado positivo de que Torres sigue teniendo la oportunidad de hacerse con el vacante cinto UE del peso mosca y, en el peor de los casos, adquirirá bagaje de extrema utilidad midiéndose a un extop 15 mundial en su primera salida no sólo de España sino de Las Palmas, donde hasta ahora había transcurrido toda su carrera profesional. Dicho esto, el enfrentamiento que le aguarda a Torres en el Palamattioli de Florencia (Italia) resulta complicadísimo y en él el canario partirá lejos de ser considerado favorito.

Esto es así porque su oponente Mohammed Obbadi (15-1, 11 KO), además de contar con una vital condición de local, que podría ser trascendental en una eventual lectura de cartulinas, es un buen boxeador, que le dobla en rounds y combates disputados, que ha pugnado una vez alcanzando el duodécimo asalto y que se ha medido a boxeadores de la talla del excampeón de Europa Silvio Olteanu, al que venció por decisión mayoritaria, y del actual campeón mundial Cristofer Rosales, ante el que perdió en siete episodios. De todos modos, esta única derrota no es precisamente un demérito teniendo en cuenta que el nicaragüense demolió al número 1 del peso mosca Daigo Higa y derribó a uno de los máximos aspirantes a nivel mundial en la división como Andrew Selby.

Pese a ello, y aunque el español sólo ha peleado dos veces a seis asaltos y una vez a diez, llegándole demasiado pronto este campeonato, Torres es un boxeador con una base técnica muy sólida, que ejecuta muy buenas acciones defensivas y posee gran destreza al contragolpe, elementos que podrían jugar muy a su favor en esta pugna. Y es que Obbadi, que tiende a intentar arrebatarle la iniciativa a sus contrincantes, comete considerables descuidos defensivos cuando lanza sus largas combinaciones de golpes en la distancia media-corta, más aún si sus oponentes dan signos de ceder ante su empuje. Por esto, si Torres aprovecha su velocidad de manos y su precisión para, acompañado de su ágiles pasos de reajuste de la distancia, explotar los fallos de su rival con sus buenos contragolpes, podría ofrecer una pugna complicada a Obbadi, si bien deberá andarse con mucho ojo con la pegada de su adversario, que suele mostrarse muy insistente al ataque en los primeros cuartos de las pugnas, y con su astuto golpeo en variación de altura.