Redacción Espabox

José Luis Martín Berrocal había regresado al boxeo para poner patas arriba el circuito español con su poderío económico. Los días de gloria de Urtain eran cosa del pasado. El empresario puso sus esperanzas en Alfredo Evangelista, quien había derrotado al «Morrosko» en la primavera de 1976. El charrúa completó quince asaltos para la historia ante Muhammad Ali en mayo de 1977.

Tras ver como Don King organizaba las grandes veladas que se televisaban desde Estados Unidos, Martín Berrocal quiso apostar fuerte por su peso pesado. Evangelista noqueó en solo un asalto a Jean Pierre Coopman, el mismo hombre que había retirado a Urtain, para retener el título de Europa en noviembre de 1977. Mientras Evangelista festejaba el triunfo, Martín Berrocal comenzó a negociar con Jean Claude Bottier. El promotor galo tenía en mente que Jean Baptiste Piedvache disputase el título mundial del superligero ante «Kid Pambele», para lo cual necesitaba un combate que tuviese aceptación en la taquilla.

Las gestiones se intensificaron con motivo de la convención del WBC que se celebró en Madrid, en las que Martín Berrocal departió con Don King. El estadounidense le trasladó al español que Joe Frazier estaba decidido a volver a los cuadriláteros, y ambos encargaron a sus equipos que preparasen los contratos para que Evangelista boxease con el de Filadelfia. Bottier ofertó 25 millones de pesetas a Evangelista, que consideraba que el estilo ofensivo de Frazier le era favorable.

Frazier se negó a firmar la propuesta que recibió para enfrentarse a Evangelista en marzo de 1978 en París. King planteó la posibilidad que el combate se realizase en Estados Unidos, a lo cual accedió Martín Berrocal. Ambos promotores se hicieron buenos amigos, con Evangelista como piedra angular. El joven uruguayo era la sensación deportiva del momento, e incluso el Rey Juan Carlos I quiso conocerlo personalmente. «Smokin Joe» se enfundó los guantes por última vez en 1981, pero ya sin pretensiones de volver a disputar el título mundial de los pesos pesados.

El Evangelista vs. Frazier no fue el único secreto que ha perdurado de aquella convención. King se desplazó hasta Madrid para asegurarse la organización del Ali vs. Norton, pero terminó de juerga junto a Berrocal en Segovia.