Carlos Utrilla
@CJBoxing

Adasat “El Toro” Rojas no ganó anoche el combate ni con ello el título de la Unión Europea del semipesado. Incluso, no pudo ni escuchar la campana final, ya que el árbitro británico Phil Edwards paró las hostilidades en el transcurso del último round. Pero se ganó el respeto de todos aquellos que de uno u otro modo vieron la pelea, especialmente los que estuvieron en directo en el recinto danés. Y es que la demostración de coraje que ofreció fue tan grande que el elegante y entendido público le dedicó una ovación, tan cerrada, que compitió con la que recibió el ganador.

En los días previos habíamos comentado la dificultad de la misión para el tinerfeño, impresión que no disminuyó al ver la diferencia de altura existente entre ambos boxeadores en la ceremonia de pesaje. Lo peor no era esta diferencia física, sin embargo, sino que junto a ella estaban las condiciones técnicas de Erik Sklogund: rápido, coordinado, inteligente para sacar ventaja de ellas.

En el primer round el púgil español empezó muy activo, cubriéndose bien y usando la velocidad para intentar sorprender a su rival, que respondía adoptando una guardia zurda que emplearía en otros momentos puntuales de la pelea. El primer tercio del combate siguió estos derroteros, aunque los rounds se iban decantando del lado de Skoglund con el uso de un activo jab que le permitía puntuar.

Los dos siguientes rounds fueron claves. En el 5º vimos a un Adasat más estático, anclado en la media distancia, que facilitó la labor de destrucción del sueco: jab ejerciendo de martillo y potentes derechas. Además, empleó varios ganchos al cuerpo que quitaron piernas al español. El 6º todavía fue peor: Skoglund amagó un jab y metió una rápida derecha recta que estuvo a punto de ser el final.

Pero Adasat no venía a por la bolsa sin más. Luchó casi contra la gravedad para no caer y, una vez recuperada la estabilidad, resistió un aluvión de golpes a lo largo de todo el asalto mientras se llevaba el guante a la ceja izquierda. Un feo corte, provocado por la derecha mencionada, le producía una continua hemorragia que Povedano no llegó a poder cortar.

El 7º comenzó con presión del campeón, pero el valor del tinerfeño y un par de interrupciones por parte del árbitro (esparadrapo y protector bucal) le permitieron tomar aire. A partir de aquí el combate se estabilizó, con un Skoglund dominando desde el jab y dando un paso atrás cuando el aspirante lanzaba su ataque, basado ya en alguna mano aislada que pudiera obrar el milagro (en el 10º una dura izquierda abrió una pequeña puerta a la esperanza, aunque el sueco la encajó bien).

Cada vez que alguna mano del campeón golpeaba la zona del corte, el español se dolía pero seguía plantando cara. Sin embargo, en el último round, hubo una combinación de 3 golpes, con izquierda, upper y derecha a la zona afectada que hizo que el tinerfeño retrocediera y volviera a tocarse esta con el guante. Edwards decidió que el castigo había sido suficiente. Posiblemente no estaba mal parada aunque nuestro púgil había pasado por momentos así.

Las puntuaciones en el momento de la parada eran de 110-99, idéntica puntuación de los tres jueces favorable al sueco, por lo que todos los asaltos se los habían dado a él.