Daniel Pi
@BastionBoxeo

Un boxeador a un paso del retiro, conocido por sus problemas de resistencia, que hace diez semanas tuvo una exigente pelea y que entraba al enfrentamiento con una cláusula de rehidratación de 83,900 kg (finalmente lo que la prensa no se atrevió a preguntar durante dos meses se hizo público el día del combate), se enfrentaba al niño mimado de la prensa internacional y de la industria boxística, un púgil que, pese a sus aptitudes, es considerado por muchos el más protegido de la historia y que, aunque algunos lo quieren olvidar, dio positivo en control antidopaje.

Así, como se llevaba prediciendo desde el primer día por quienes no se dejaron engañar por este duelo, el veterano Sergey Kovalev (34-4-1, 29 KO), que es un gran púgil técnicamente pero que tiene sus días contados en el boxeo activo, aguantó un poco más de lo esperado pero, como se auguraba, cayó por KOT en el undécimo asalto a manos de Saúl “Canelo” Álvarez (53-1-2, 36 KO) en el combate estelar de la velada que se desarrolló la pasada madrugada en el MGM Grand de Las Vegas (Estados Unidos), pudiendo pasar ahora a añadir otra mentira más a su récord alegando, falsamente, que ha sido monarca en cuatro divisiones y en tres a un mismo tiempo.

La Comisión Atlética del Estado de Nevada afirma que las bolsas oficiales para este combate fueron de 31.000.000 € para Canelo y de 2.700.000 € para Kovalev, si bien, como es habitual en Estados Unidos, estas cifras dejan de incluir diversos pagos añadidos que hacen ascender los números, especialmente los del ruso, bastantes millones.

Tal y como se proyectaba, el extraordinario jab de Kovalev y su largo alcance marcaron la diferencia inicialmente, tejiendo un muro de directos de mano adelantada que le causó muchos problemas a Canelo (aparentemente ralentizado de piernas por el aumento de peso) para acortar las distancias, recibiendo de forma constante dicho puño del europeo. No obstante, Kovalev, que ya no es “Krusher” (trituradora en inglés), no tiraba golpes con todo su poder, a penas utilizando su derecha y nunca cargando su peso en ella, limitación que le lastra, para intentar dosificar sus fuerzas, desde al menos la segunda pelea contra Eleider Álvarez.

Por ello, no pudiendo causar daños decisivos contra Canelo, era cuestión de tiempo que Kovalev se viniese abajo físicamente, si bien esto, gracias a su tenacidad, se hizo esperar un tanto. Es cierto que durante el segundo tercio del combate, en el que el monarca disminuyó algo su frecuencia, Álvarez tuvo mejores asaltos midiendo adecuadamente los tiempos para su gancho de mano adelantada aislado y para sus hooks al torso a la contra, provocando una hemorragia nasal en torno al ecuador, cuando intensificó sus acciones. Aun así, el encuentro siguió teniendo asaltos contendidos. Pero aunque en el octavo round todavía mostró algo de agilidad de desplazamiento e insistió bien con sus series de rectos, Kovalev entró en la cuesta abajo de su rendimiento, siendo alcanzado con varios golpes de poder y empujado más hacia las cuerdas.

Finalmente, tras un último asalto con efectividad por parte de Kovalev, su resistencia se desvaneció en el undécimo round, en el que varias derechas y ganchos le alcanzaron dejándolo algo tocado. Sin embargo, fue un recto diestro el que lo dañó definitivamente y el que le expuso a un hook de mano adelantada y a una nueva derecha recta de Canelo que estallaron contra él y lo arrojaron a la lona sin posibilidad de que pudiese continuar.

Da igual que, sin bola de cristal, muchos expertos y aficionados previesen con notable exactitud qué iba a suceder, siendo conscientes de que esta pelea representaba un riesgo medido por parte del equipo de Canelo, que no hubiesen aceptado nunca dicho combate si no tuviesen certezas casi absolutas de que podían derrotar a su adversario. Los que apuntaron qué iba a pasar antes del enfrentamiento y los que ahora lo recuerden, serán tratados como simples “odiadores” incapaces de unirse a la fiesta de alabar sin medida a un púgil que, pese a sus cualidades técnicas incuestionables, recurre a los contratos para poner de su lado los combates, que aprovecha toda ventaja honesta o deshonesta y que de sus 56 encuentros sobran dedos en las manos para contar cuántos de sus rivales eran púgiles de élite cerca de su momento de plenitud.

Sin dejar claro cuál será su siguiente paso, Canelo dejó abierta la puerta a la tercera pugna contra Golovkin si representa un buen negocio (repitió que ya no es ningún reto deportivo) y a una contienda más en el peso semipesado, si bien podemos apostar a que, pese a lo dicho por su entrenador, su oponente no será el campeón unificado Artur Beterbiev, que no tendría problemas para aprovechar la lentitud de Álvarez en el peso semipesado y destruirlo.