José Manuel Moreno
@josemorenoco

Esta semana, el 11 de febrero, se han cumplido 25 años, Bodas de Plata por tanto, de una de las sorpresas más grandes de la historia del deporte. No solo del boxeo. Hay que ponerse en situación de lo que representaba Mike Tyson, el mal llamado «Terror del Garden» (solo peleó dos veces en ese escenario) desde mediados de la década prodigiosa de los 80, cuando se proclamó campeón del mundo con solo 20 años. Era un fenómeno de masas. Y un misil en el ring. Los rivales salían asustados. Le duraban menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Hasta que el extravagante Don King se sacó de la manga un exótico viaje a Tokyo para enfrentarle al semidesconocido James «Buster» Douglas. Y ocurrió lo que ocurrió. En España se vio el combate en Tele 5. No dábamos crédito. ¡Derrota de Tyson por nocaut! El épico episodio tuvo un postcombate incluso más encarnizado con un Don King luchando en los despachos del WBC por que se anulara la pelea. La lenta cuenta de protección del árbitro mexicano Octavio Meyrán a Douglas en el octavo asalto eran el clavo ardiendo para que la reputación de «Iron Man» quedara intacta. No hubo suerte. Seis años más tarde, en 1996, Tyson volvió a ser campeón del mundo, pero su carrera ya nunca fue la misma. Acabó con ella en la capital japonesa un desconocido boxeador de Ohio.