Carlos Utrilla
@CJBoxing

Cuando a escasos 20 segundos de terminar el 6º round, David Fields se interponía entre Kiko Martínez y Jonathan Romero para que el colombiano no sufriera más castigo, el boxeador español veía cumplido un sueño para el que muchos pensábamos estaba predestinado: coronarse campeón del mundo. Lo hacía, además, a una edad idónea: 27 años. Sin embargo, aunque el final (de esta primera parte de su carrera) era feliz, el camino no había sido ni mucho menos fácil. Al contrario, había estado jalonado de dificultades, con la presencia incluso de algún punto oscuro. Es más, algunos lo habían dado por muerto, desde un punto de vista pugilístico, tan sólo 6 meses antes cuando perdió la corona europea a manos de Carl Frampton. La pregunta es tendenciosa: ¿es siempre positivo proclamarse campeón continental cuando se tiene 21 años? Si eres español en una categoría donde las principales figuras europeas son británicas, quizá no. Y esto le pudo ocurrir a nuestro boxeador, a quien consideramos que no siempre se le aconsejó como se debiera. Del debut al éxito Tras una exitosa carrera amateur en la que exhibió su potencia de pegada, Kiko decidió no aceptar una oferta para entrar en el equipo español y se decantó por su paso a profesionales. Tenía poco más de 18 años cuando en una velada en La Cubierta noqueó a David Casero en el 3º. Igual que en amateur, Kiko se reveló como un extraordinario pegador, por lo que las victorias fueron cayendo en los siguientes años. Once consecutivas antes del límite le llevaron en marzo de 2006 a retar al campeón supergallo de la Unión Europea, el francés Salem Bouaita. En combate celebrado en Elche, Bouaita resistió los 10 rounds, aunque perdió claramente a los puntos. Una defensa de este título permitiría que en 2007 se convirtiera en aspirante oficial al título europeo, que estaba en poder del sólido irlandés Bernard Dunne. A pesar de que habían pasado 13 meses desde su último combate de relevancia, a Kiko le bastaron 94 segundos para masacrar al campeón. Noche inolvidable en el The Point de Dublín en un ambiente magnífico (como anécdota, ese día debutaba el medio Andy Lee). El pupilo de Alberto González se convertía en campeón de Europa a los 21 años y 5 meses. La etapa británica: luces y sombras Aprovechando la demostración de poder y la cantidad de boxeadores (y promotores) de las Islas, Kiko firmó con el mánager Pat McGee. Para el primer combate se eligió como rival, nada más y nada menos, que a Wayne McCullough, excampeón mundial gallo y que volvía tras dos años retirado. La pelea se anuló tras un pesaje donde reinó el más absoluto caos. Los dos boxeadores pesaron sobre lo aparentemente pactado, luego se dice que se pactó otra cosa, se deja tiempo a Kiko para bajar y éste no hace nada como protesta. McGee, sin embargo, pronto le buscó otro compromiso. En marzo de 2008 el español defendería el entorchado europeo con el inglés Rendall Munroe, un zurdo de gran movilidad y muy incómodo. Este primer combate fue muy ajustado y creo que Kiko no mereció perder su cinturón. En febrero de 2009, y con algunas peleas menores entre medias, se producía la revancha. En una pelea en la que el alicantino estuvo menos activo que de costumbre, era superado de manera no muy amplia pero sí clara por el inglés. Hacia finales de año y casi por sorpresa, surgía la posibilidad de hacer una eliminatoria IBF. Para ello, el alicantino se desplazó hasta Sudáfrica donde le esperaba Takalani Ndlovu. A esta pelea llegó justo de preparación y esto acabó siendo decisivo. Kiko derribó en los primeros rounds a su rival y estuvo a punto de acabar el combate, pero el local se rehízo y concluyó la pelea mejor. Muy cerrada según mi parecer, Ndlovu pudo llevársela, aunque por la mínima, nunca por lo que mostraron algunas de las cartulinas (especialmente la del juez español). En septiembre de 2010, y cuando Munroe abandonó el cinturón para disputar el del WBC a Nishioka, la EBU nombró al español coaspirante junto al duro armenio residente en Francia, Arsen Martirosyan. El combate se celebró en el estadio Nacional de Dublín y Kiko no lo tuvo fácil, pero ganó con cierta solvencia. Recuperaba así su título europeo. En este momento llega uno de los puntos negros. Tras la victoria parecía que Kiko haría una defensa contra Willie Casey, que le había retado públicamente. Sin embargo, poco después el español se lesionó y, algo raro en la EBU, dejó vacante su cinturón, por lo que el título se lo disputaron dos irlandeses, Casey y Hyland. Era esta una pelea que levantaba una gran expectación en el país y que con el español por medio no podía hacerse; lo que sí se estableció es que el ganador pelearía con Kiko. De nuevo campeón y la aparición de Frampton Willie Casey era el nuevo campeón europeo, pero sus manejadores no cumplieron con lo pactado y el irlandés abandonó el cinturón para ser destrozado por Rigondeaux en un round. Nuevamente Kiko, con el cinturón vacante, era llamado para disputarlo, esta vez con el inglés Jason Booth, un buen púgil campeón en categorías más livianas. Aquí realiza su aparición el ahora entrenador “enemigo”, Ricardo Sánchez Atocha, quien fue el promotor de la velada celebrada en abril de 2011 en Leganés y que estuvo en la esquina acompañando a Alberto González. Con el público de su lado, Kiko realizó un magnífico combate ante un buen rival que, sin embargo, acabó derrumbándose definitivamente en el 10º. Campeón de Europa por 3ª vez. Aparece entonces un rival “clásico”, Carl Frampton. La primera vez que la pelea estuvo a punto de realizarse fue el 10 de septiembre de 2011, cuando el irlandés llevaba un exiguo 10-0, y acompañaría a la eliminatoria mundialista entre McCloskey y Breidis Prescott. Sin embargo, poco antes de la pelea se anunció que Martínez no sería de la partida, pues su padre estaba enfermo y quería estar junto a él. Esto haría que el español no subiera a un ring hasta marzo de 2012, cuando haría su defensa obligatoria: nuevamente ante Martirosyan, esta vez ya como peleador francés. El combate se disputó en Lyon, fue emocionante y disputado y Kiko, aunque iba ganando en las cartulinas, logró noquear en el último round a su más que digno rival. Era la primera vez que podía hacer una defensa de “su” título. Vientos de cambio Cerca de julio de 2013 se producía el primer cambio importante. Se anunciaba la ruptura con su entrenador Alberto González y Robert Harry pasaba a ocupar ese puesto (al menos de manera interina, pues existían ya varias ofertas). Se anunciaban, al mismo tiempo, sus próximas peleas. Ese mismo mes una de rodaje ante el jornalero Dougie Curran y, el 22 de septiembre, una defensa voluntaria del título europeo. Otra vez en la agenda Carl Frampton. A principios de agosto se anunciaba que Kiko firmaba por Maravilla Box y una semana después se conocía que tenía una tendinitis que le impedía pelear con Frampton. Era retrasar lo inevitable, ya que poco después la EBU nombraba al norirlandés aspirante oficial y establecía fecha de subasta. Esta fue ganada por la promotora española, de manera sorpresiva; las sospechas de que los británicos no vendrían fueron agrandándose y, al final, recompraron esa subasta para poder pelear en Belfast (podría afirmar que hay algo más, “escondido”, que haría más comprensible la decisión). A la tercera finalmente fue la vencida y el 9 de febrero de este año los dos púgiles se veían las caras. Un español al ataque constante contra un Frampton que tenía estudiada la situación: intercambios los menos posibles, recibir a la contra a Kiko y salir, estar en constante movimiento. En una de esas contras cazó duramente al español y este encajaba la primera derrota de su vida por KO. Del infierno al cielo Como hemos dicho, las críticas arreciaron: contra boxeador, entrenador (Pablo Sarmiento), métodos (Oxnard incluido) y promotora. Los principales miembros de esta, con “Maravilla” Martínez a la cabeza, tranquilizaron a Kiko: pese al traspiés, confiaban en él. El púgil, por su parte, pidió tiempo para adaptarse a su nuevo equipo. A partir de ese momento, la estrategia era pelear de manera continua, con títulos internacionales de algún organismo en juego, para subir en listas. Sin embargo, en una operación de despacho antológica (hubiera o no puñetazo del púgil argentino en la mesa o dependiera más de la intervención de Lewkowicz), en julio se sabía que el español, en listas IBF en el puesto 15 en ese momento, sería el rival del colombiano Jonathan Romero por el título de este organismo. El colombiano debía hacer la defensa a los 6 meses de conseguir el cinturón y aunque en un principio debía ser contra el retador oficial (Mathebula), se permitió al español, con la condición de que el ganador del duelo diera la oportunidad al sudafricano. En la mítica madrugada española del 17 de agosto de 2013, Kiko hacía gritar de júbilo a los aficionados españoles y se convertía en el 12º boxeador español en proclamarse campeón del mundo. El siguiente capítulo, seguro que victorioso, lo tendremos el sábado que viene.