
El estadounidense excampeón mundial de los pesados WBC Deontay Wilder (44-4-1, 43 KO) regresó a la senda de la victoria con un nocaut, como no podía ser de otra forma, pero no consiguió dejar una imagen que lo devuelva a la élite del peso pesado. El de Alabama se enfrentó en Wichita (Estados Unidos) a una teórica víctima propiciatoria como Tyrrell Anthony Herndon (24-6, 15 KO). Todo lo que no fuese un nocaut de Wilder era un fracaso, y efectivamente se produjo el KO, pero sin el brillo necesario frente a un rival de escasa entidad. El excampeón mundial marcó un ritmo lento de inicio con su superior envergadura. Sus tradicionales golpes inverosímiles cargados de potencia no aparecieron. Herndon se fue a la lona en el segundo y sexto asalto, antes de que el árbitro parase la pelea en el séptimo.
Wilder se mostró lento y con escasa precisión, como le ocurrió en sus últimos combates, con la diferencia del nivel de oposición. Con este triunfo, el estadounidense espera volver a entrar en la rueda a la que da movimiento Turki Alalshikh, para boxear con Oleksandr Usyk, Daniel Dubois o Agit Kabayel.

Los mejores días de Deontay Wilder son cosa del pasado. El reciente cambio de entrenador no se notó, aunque con esta victoria gana tiempo para realizar otra preparación en la que trabajar en potenciar sus virtudes, puesto que sus defectos ya son incorregibles.
En Estados Unidos todavía aguardan a Deontay Wilder, que es su última figura en su peso predilecto. El movimiento más inteligente para el de Alabama está en Londres. Anthony Joshua también apura sus últimas peleas, y conserva un buen cartel que genera millones de recaudación. Un duelo entre Joshua y Wilder no supondría un riesgo para ambos del calibre que sería disputar un mundial, y les generaría todavía unos grandes ingresos por todo lo que han representado en el boxeo mundial en los últimos años.