Darío Pérez
@Ringsider2020

El Wembley Arena de Londres dejó entrar a mil personas, mandando un mensaje de optimismo al mundo en la gran velada que organizó Matchroom Boxing con Anthony Joshua (24-1, 22 KO) y Kubrat Pulev (28-2, 14 KO) como grandes protagonistas. Ambos púgiles del peso pesado se midieron por los títulos mundiales IBF, WBA y WBO del británico.

Empezó la riña con estudio bastante profundo, no muchas manos de poder y Joshua controlando la distancia, desde donde tenía ventaja de envergadura y técnica. En el tercer episodio, se precipitaron los acontecimientos ante lo que sería tónica de toda la cartelera, un horroroso arbitraje.

Una gran mano de Joshua a la contra por fuera dañó al búlgaro, que se giró de manera irregular, ante lo que el árbitro contó en una acción de dudosa legalidad por su parte, en lugar de amonestar a Pulev…  o a un Joshua que le había golpeado en la nuca.

Hubo posteriormente una segunda cuenta tras una, esta vez sí, caída nítida por parte del aspirante, que a duras penas acabó el combate en lo físico (en lo verbal, seguía increpando a Joshua, llegando a intercambiar golpes tras la campana de final de asalto).

Seguía la pelea avanzando con Joshua trabajando bien con el recto y, en ocasiones, doblando con la mano derecha y desestabilizando al rudo búlgaro. Cuando Pulev empezaba a mostrar signos de llevarse algunos asaltos, en el noveno terminó la contienda: Joshua buscó el uppercut y lo encontró, produciendo un dolor en su rival del que nunca se recuperó, ante lo que Pulev se desplomó. Gran victoria para Anthony Joshua y todo listo para que pueda medirse a Tyson Fury en 2021 y así dilucidar quién es el mejor peso pesado de nuestra época.

En los combates anteriores, abrieron la retransmisión el albanés residente en Inglaterra Florian Marku (7-0-1, 5 KO) y el local Jamie Stewart (2-0-1, 0 KO), dentro del límite del peso wélter. Tras haber comenzado mejor, en el segundo asalto Marku llegó a Stewart con una buena mano a la zona hepática, haciéndole poner rodilla a tierra. Parecía superior el de Europa del Este, pero el británico mostraba resistencia y coraje, tratando de plantar cara a un boxeador teóricamente superior. Con el paso de los asaltos, ambos parecieron conformarse con llegar a la distancia, Marku para mantener su condición de invicto y Stewart para aguantar los ocho asaltos con buena imagen de cara a seguir descolgando el teléfono en el futuro pugilístico. El juez único y árbitro de la pelea puntuó el pleito 76-76 de manera increíble, puesto que la superioridad del albanés, incluso con una caída del rival, había sido totalmente manifiesta. Qué cosas pasan últimamente en el boxeo británico…

Siguieron Kieron Conway (16-1-1, 3 KO) ante Macaulay McGowan (14-2-1, 3 KO) en el peso medio. Conway empezó dominando la pelea en los primeros asaltos ante un meritorio McGowan, llamado a última hora por un positivo de Souleymane Cissokho, rival previsto inicialmente. Según avanzaba el duelo, parecía acentuarse la diferencia técnica entre ambos, pero también entendíamos el bajo porcentaje de KO en las victorias, puesto que les costaba golpear nítidamente al rival. Ya en el octavo asalto, donde el castigo ya era grande por mera acumulación, McGowan besó la lona, ensangrentado el rostro, en el primer minuto del asalto; Conway, en lugar de buscar terminar la pelea, se dedicó a sestear y poner el ralentí, desaprovechando la oportunidad de lucir a ojos del mundo. Se consumieron los diez asaltos, y los jueces, esta vez sí, no erraron en su veredicto, quizá demasiado tajante: 100-90, 100-90 y 100-89 para Kieron Conway, un paso más en su carrera. Por qué no, como decía Óscar Zardaín, mánager de Sergio García, Conway podría medirse a Sergio García por el Campeonato de Europa superwélter que posee el cántabro, peso habitual del británico.

Llegaban los grandotes. Tres combates de pesos pesados y uno crucero nos iban a alegrar la noche. Para empezar, el congoleño Martin Bakole (16-1, 12 KO) se medía al ruso Sergey Kuzmin (15-2, 11 KO) con un título intermedio WBC en juego…y, ambos bien superada la treintena, el seguir en las grandes carteleras o quedar como trampolín para los jóvenes ascendentes. Fue un duelo de estilos, ya que el africano dominaba bastante bien la distancia con el jab y parecía que el acercamiento era la mejor opción para el ruso. Bakole fue de más a menos y no supo aprovechar su mejor inicio, todo lo contrario que el ruso, ya que fue igualando las sensaciones y, previsiblemente, las cartulinas de los jueces. Todo hacía presagiar unas puntuaciones ajustadas una vez que terminaron los diez asaltos, algo que en parte se dio: una excesiva 98-92, 97-93 y 96-94 (con la que coincidimos) para Martin Bakole.

Hughie Fury (25-3, 14 KO) y Mariusz Wach (36-7, 19 KO) disputaban el siguiente encuentro, y se vio desde el inicio que la acción iba a ser más intensa que en sus anteriores compañeros. Salieron a tirarse manos en un primer asalto muy animado, pero la pelea fue un poquito hacia abajo. No acabó de romper en los asaltos que duró y hubo bastante igualdad: parecía más peligroso el polaco, pero Fury sacaba más manos. Lo más destacable fue un corte en la ceja de Fury producto de un cabezazo que le mermó bastante, de tal manera que el médico tuvo ciertas dudas cuando fue llamado para examinarlo en el cuarto asalto. Sin embargo, el corte era más externo de lo que parecía y, unido al buen trabajo del cutman, permitió al primo de Tyson afianzarse en la pelea e ir ganando la mayoría de los asaltos sin demasiado brillo. Fue decepcionante el desarrollo de lo que parecía una guerra en el primer round, y nos fuimos, por cuarta vez en cuatro combates, a ver lo que opinaban los oficiales. El resultado que anunció David Diamante fue 100-90, 100-90 y 99-91 para Hughie Fury, que no demostró tampoco aspirar, pese al triunfo, a entrar en los grandes combates de la división de los pesados.

Finalmente, el combate de semifondo de la velada enfrentaba en el peso crucero a Lawrence Okolie (15-0, 12 KO) y el polaco Nikodem Jezewski (19-1-1, 9 KO), sustituto de última hora de su compatriota Krzysztof Glowacki tras su positivo. El nivel del nuevo rival dejó mucho que desear, y cayó en el primer asalto en dos ocasiones además de, más preocupante aún, mostrar un recurrente temblor de piernas cuando recibía golpes a la sien. La tercera caída, ya en el segundo asalto, fue incluso demasiado para un nefasto y permisivo árbitro, que estuvo a punto de dejarle continuar cuando estaba claramente a merced del rival. Poca historia que dejaba paso al combate estelar y, en él, nuevas emociones con Anthony Joshua buscando vencer y convencer.