Óscar Guzmán

Ayer sábado acudí por circunstancias a un evento (III Campeonatos de España de boxeo adaptado) con cierta desgana en Móstoles (Madrid), y la vida volvió nuevamente a darme una lección. No acudí muy motivado porque sabía de la existencia de esta iniciativa, pero siempre he sentido que para estos muchachos discapacitados el boxeo pudiera no ser la mejor especialidad en su desarrollo y llegó a parecerme de bastante mal gusto disfrutar de que dos jóvenes y no tan jóvenes disparen sus guantes desde su silla de ruedas para disfrute de un público.

Para mi el boxeo solo tiene una explicación como espectáculo o contenido audiovisual, si no es espectáculo, no es boxeo. Y la práctica del mismo en los gimnasios como “sin contacto” un oxímoron, esto es una combinación de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido, como por ejemplo: en un silencio atronador o un muerto viviente. Y es por ello que me encuentro un tanto regañado con el boxeo olímpico desde que pusieron el guante tipo Top-Ten, con un compuesto amortiguador que mitiga la pegada y transforma el boxeo en algo diametralmente opuesto al boxeo profesional y todo lo que encierra este espectáculo.

No por ello dejo de seguir el boxeo olímpico y alegrarme como el aficionado número uno de los logros de nuestros muchachos y muchachas en el Equipo Nacional, ni mucho menos censuro a ningún entrenador o club que subsiste con el boxeo sin contacto y de tarde en tarde aporta competidores gracias a los ingresos de los primeros, ni de las franquicias que lo venden como práctica deportiva no orientada a la competición.

No apruebo el contacto de los más jóvenes, niños, en los gimnasios hasta cierto desarrollo de maduración cerebral, ya en la adolescencia, ni que el boxeo sea cierto subterfugio mítico de acogida de todos los adolescentes con problemas. Hay otros muchos deportes y actividades que pueden ser igual de beneficiosos. Yo me debo al boxeo profesional y mi foco siempre está en este, es el que me gusta. Es mi humilde visión y lógicamente no tiene que ser compartida por todos.

Pero lo de ayer en Móstoles me ha tocado de una manera especial, tiene y no tiene nada que ver con el boxeo. Lo de menos son los guantes, las manoplas o las combas. Ver a los muchachos y sus dificultades y poder hablar con sus padres, parejas o familiares y lo que les estaba aportando un boxeo a su medida es algo que no me esperaba.

Hablar con un muchacho que practicaba el boxeo como amateur y estaba cerca de profesionalizarse cuando sufrió un accidente y hoy acude al gimnasio a ponerse los guantes como parte de su recuperación… creo que toca la fibra del tipo más rudo. Estaba ayer en la fiesta, creo que se ajusta más a fiesta que a campeonato.

Charlar con los padres de un muchacho del espectro autista y oír lo que le aporta el boxeo a su hijo es una vivencia que no tiene precio. Y así puedo hacer un escrito de enormes dimensiones con todas y cada una de las historias que ayer compartí. Es un evento muy cuidado, no hubo golpes, lesiones, no hubo espectáculo, no existió el morbo, fue una enorme celebración que recomiendo a la gente del boxeo y a todos los aficionados, merece la pena. Nos puede hacer crecer a todos, a mi me gratificó enormemente.

Por la tarde acudí con un doble campeón mundial y un boxeador olímpico, actual árbitro internacional a ver a uno de los nuestros que padece una enfermedad neurodegenerativa precoz y se recupera en un centro especializado, gracias al apoyo incondicional de Iván Martínez “El Fénix”. A pesar de lo delicada e íntima de la visita también pude observar y compartir con la humanidad de los cuatro compañeros, sentados en una terraza tomando café.

Cerré un día precioso llamando a Agustín Horcajo, veterano boxeador que acude todas las semanas a ver a Pepe Legrá, llueva, nieva o caiga una Filomena. Solo charlé con él dos horas y quince minutos, normal llevaba dos semanas sin saber de él.

El boxeo tiene muchas facetas y muchos protagonistas, bastante más de las que creía que me pudieran interesar, solo quería compartirlas con los lectores de Espabox. Saludos