Manuel Valero
@Manu_Valero

La industria del boxeo no atraviesa su mejor momento en Estados Unidos, país que acapara generalmente la mayoría de las ventas en la televisión por cable. La falta de grandes estrellas, así como la escasa popularidad de campeones contrastados como Gennady Golovkin o Román “Chocolatito” González, está repercutiendo en las audiencias, que continúan cayendo en picado en los últimos años. Especialmente preocupantes son los números de ventas de PPV, principal sustento económico para organizar los combates más esperados, tanto en HBO como Showtime. El bajo nivel de las peleas previas de las veladas y la no celebración de enfrentamientos entre los mejores de cada división, como el sonado “Canelo”-Golovkin, han hecho mella en los telespectadores, que no están dispuestos a pagar sesenta euros por ver una pelea donde es fácil pronosticar el ganador.

Dejando a un lado los números del combate del 2 de mayo de 2015 entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, que rompió todos los récords, con más de cuatro millones y medio de ventas, en los últimos años púgiles de la calidad de Terence Crawford no son capaces de superar las sesenta mil unificando sus coronas ante Viktor Postol. El duelo entre el estadounidense y el filipino, que no pasará a la historia por su emoción, parece haber ahuyentado a aquellos que no siguen el noble arte a diario, que han decidido pasarse a las Artes Marciales Mixtas.

La empresa UFC, que monopoliza el sector actualmente, ha irrumpido con fuerza, pasando en una década de no sobrepasar el medio millón de ventas, a superar al boxeo. Tomando como referencia el 2007, el evento más vendido de la UFC en ese año fue la revancha entre Chuck Lidell y “Rampage” Jackson con 675.000 compras, lejos de los dos millones y medio de personas que pasaron por caja veinte días antes para ver boxear a Óscar De la Hoya y Floyd Mayweather por el cinturón mundial WBC del peso superwélter.

La realización de combates de máximo interés, dejando a un lado el miedo a empeorar su récord de los aspirantes, y la continua promoción han calado hondo en Estados Unidos, pasando de pelear en la televisión en abierto a vender 1.650.000 PPV luchadores como Conor McGregor en apenas dos años. En España, casi 80.000 espectadores presenciaron a las tres de la mañana esta Nochevieja la derrota de Ronda Rousey ante Amanda Nunes, que fue emitida en diferido por el canal GOL.

En el recién finalizado 2016, cuatro veladas de UFC han superado
la barrera del millón de ventas
, mientras que el combate entre Saúl Álvarez y Amir Khan, con apenas medio millón, fue el que mayor éxito tuvo en PPV en el mundo del boxeo. Sin embargo, los sueldos de los boxeadores siguen siendo muy superiores a los de los luchadores de la UFC, a pesar de haber crecido en el último año, ya que la propia empresa se queda la mayoría de los beneficios. La única excepción se produce en el campo femenino, donde las luchadoras de UFC sí cobran más que las boxeadoras, aunque la llegada al profesionalismo de Katie Taylor y Claressa Shields podrían revertir esta situación.

Los promotores de boxeo deberían analizar los números de los últimos PPV, ya que la culpa de la caída de ventas no es a causa de un descenso entre los aficionados a los deportes de contacto, sino a la no realización de los combates que todos deseamos ver. Esperemos que los Reyes Magos, que bien podríamos llamar Bob Arum, Óscar De la Hoya y Al Haymon entre otros, además de HBO, Showtime o Sky Sports, nos regalen en este 2017 esos enfrentamientos que tanto nos gustaría ver, como el “Canelo”-Golovkin, Terence Crawford-Adrien Broner o Carl Frampton-Óscar Valdez, que a buen seguro despertarían un gran interés entre los aficionados, incluso en España.