Julius Julianis
@JulianisJulius
Foto: Tom Hogan/Golden Boy Promotions

El ucraniano Viktor Postol (28-0, 12 KO) se coronó anoche campeón Mundial superligero WBC derrotando por KO en el 10º round al argentino Lucas Matthysse (37-4, 34 KO).
Los periodistas que seguimos (también) el boxeo de fuera de América habíamos advertido durante la semana que Postol era un ‘underdog’ muy vivo y que Matthysse debía mantener la cabeza fría para descifrar un estilo de boxeo, el del ucraniano, sumamente extraño y que podía llegar a frustrar al argentino. Sin embargo, Lucas salió decidido a noquear al ucraniano, lanzando golpes de ko desde el primer segundo de combate, ante lo que el a la postre campeón respondió con un festival de abrazos en los cuatro primeros asaltos.

El combate fue muy igualado durante la primera mitad del pleito; los abrazos de Postol eran respondidos por golpes conejeros de Matthysse, y así transcurrieron las cosas hasta que el árbitro, señor Jack Reiss, le dijo al ucraniano que los golpes conejeros eran debidos a los abrazos y quien podía recibir el punto de sanción era el que abrazaba. A raíz de esta situación, la esquina de Viktor decidió cambiar la táctica sobre la marcha y volver al estilo típico de Postol, marcando la distancia con el jab y cruzando la derecha desde lejos, y cuando Matthysse entraba en la distancia, pelearle por dentro en vez de abrazarle, pues los golpes claros que Lucas había conectado no habían dañado al ucraniano.

La decisión de Roach, cabeza pensante de la esquina de Postol, no pudo ser más acertada: en cuanto adoptaron la nueva vía de acción, Lucas resultó dañado. En el 6º rd un choque de cabezas seguido de una derecha clara de Postol dejó bien claro que Postol tenía potencia suficiente para frenar las acometidas del argentino sin recurrir al abrazo. Esta “revelación” afectó mucho a Matthysse, que perdió mucho ímpetu en los siguientes rounds: no había plan B para adaptarse a las combinaciones largas de Postol, ni tampoco a su empleo de las angulaciones en la distancia corta. La cara de Matthysse empezaba a hincharse y, en ese mismo momento, advertí en twitter que los ojos de Lucas reflejaban la misma sensación que los del anterior rival de Postol (otro pegador que también acabó noqueado a la misma altura del combate). El 9º asalto resultó de un dominio aplastante por parte del ucraniano, que conectaba a placer, sin ningún temor, sobre toda la anatomía de Matthysse.

Al comenzar el 10º asalto las cartulinas de los jueces estaban en un pañuelo (en dos de ellas iba ganando Postol por un punto mientras en la otra era el mismo resultado a favor de Lucas) pero no hubo que depender de las tarjetas: la ametralladora ucraniana había encontrado su ritmo, y tras varias combinaciones muy dañinas, una derecha descendente desde el ángulo ciego estalló sobre el ojo izquierdo del argentino, que cayó a la lona y decidió no superar la cuenta del árbitro.

Matthysse declaró tras el combate que notó que “algo estallaba dentro del ojo” y decidió no arriesgar el ojo (también es cierto que los tres últimos asaltos del combate eran un festival por parte del ucraniano, con dominio abrumador) y también anunció que se tomará unos meses para pensar y estar con la familia. A sus 33 años de edad aún puede tener balas en la recámara, pero necesita mucha mejor preparación (en el sentido estratégico) si quiere pensar en superar a los tops del peso superligero (o del wélter), casi todos ellos más jóvenes que él y con buena resistencia al golpeo.

El ucraniano, en cambio, era la pura estampa de la felicidad tras la pelea: llevaba año y medio esperando por la oportunidad mundialista y cuando ha llegado el momento ha sabido coger al toro por los cuernos, impresionando a la plana mayor del orbe boxístico y retando al campeón WBO, un Terence Crawford (26-0, 18 KO) que ha aceptado públicamente el desafío. Aunque parece que, previamente, veremos a Viktor Postol defender el cinturón WBC ante su retador oficial, Amir Imam (18-0, 15 KO) en otro combate en el que saltarán chispas.