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Leopoldo Bonías
Fotografía: José Luis Segovia.

El pasado 9 de enero, la localidad valenciana de Picanya apareció en medios como la prestigiosa revista The Ring o la cadena estadounidense ESPN, con la celebración de una velada de boxeo internacional. El principal atractivo del cartel era la participación del púgil ruso Evgeny Gradovich, uno de los grandes nombres del boxeo internacional en los últimos años, refrendado por los cinco títulos mundiales conseguidos. En la esquina de Gradovich se encontraba Robert García, que ha recibido el galardón al mejor entrenador del año en el mundo en repetidas ocasiones. Este evento, sin parangón en los últimos años, fue retransmitido en directo para toda Rusia a través de la cadena estatal Russia Match TV, que desplazó multitud de empleados para realizar una extensa cobertura.

Con todas las entradas vendidas y una gran expectación generada, el Sr. Antonio Martín Galán, presidente de la Federación Española de Boxeo, en un alarde de mala praxis, torpedeando una noche que iba a poner al boxeo español en el mapa mundial, trató por todos los medios que la velada no se realizase por motivos personales. Al no ser necesario que los árbitros fueran designados por la Federación Española de Boxeo, el Sr. Martín Galán contactó con el Ayuntamiento de Picanya, asegurando que se iba a celebrar “una velada ilegal”. Sin embargo,ahora, cuando ve que su etapa al frente de la Federación Española de Boxeo puede llegar mañana su fin, el Sr. Martín Galán predica que las federaciones territoriales son las responsables cuando no haya un título de España en juego.

Además, advirtió que se iba a incumplir la Ley de Espectáculos, cometiéndose un delito con la presencia de menores en el recinto. Desde luego, la Sra. Ana Ballesteros, asesora jurídica del Sr. Martín Galán y conocida por la compra de inmuebles a precios inmejorables en Santander a la propia Federación Española de Boxeo, demostró no tener los conocimientos básicos que deberían exigírseles por su elevado salario, ya que la Ley de Espectáculos es competencia de cada autonomía, y en el caso de la Comunidad Valenciana, no hay restricciones de edad para que los menores presencien combates de boxeo.

Las palabras del Sr. Martín Galán fueron recibidas con gran sorpresa por los regidores de Picanya, que estaban muy satisfechos con el acontecimiento que suponía para esta localidad que pelease una estrella como Evgeny Gradovich y no entendían que en lugar de promocionar tan gran acontecimiento, la FEB intentase impedir su celebración. Los políticos no cayeron en la trampa del Sr. Martín Galán, pasándose por el recinto varias unidades de los cuerpos de seguridad del estado que comprobaron que todo estaba perfectamente en regla.

Pero eso no es todo, pues el Sr. Martín Galán, en su afán recaudatoria para destinarlo a su combustible y dietas, como reflejan los documentos económicos que están saliendo a la luz en los últimos días, presionó para cobrar 7500€ adicionales, argumentando que el equipo de Gradovich debía pagar una licencia por la realización de la velada. Una vez más, la falta de conocimiento de la directiva de la Federación Española de Boxeo quedó reflejada, ya que el promotor fue el español Cristóbal Cárdenas, que solicitó los permisos pertinentes con semanas de antelación. El desconocimiento del funcionamiento del boxeo del Sr. Martín Galán es evidente, pues ¿cómo iban a conceder las federaciones de México, Rusia o Francia (nacionalidades de los púgiles participantes) permisos de desplazamiento a sus boxeadores para participar en una velada ilegal?

Los espectadores presenciaron una velada excepcional, librando el mexicano Jesús “El Zurdo” Galicia y Evgeny Gradovich una de las mejores peleas en suelo nacional que se recuerdan en las últimas décadas, bajo el auspicio de la EBU, que encomendó la labor de arbitrar el combate al belga Daniel Van de Wiele, reconocido por haber dirigido peleas por campeonatos del mundo en los cinco continentes. Una pifia más del Sr. Martín Galán, que en lugar fomentar el deporte que dirige, sólo piensa en su bolsillo, volviendo a protagonizar un ridículo acorde a su nulo prestigio a nivel internacional, como ya declaró públicamente el Consejo Mundial de Boxeo o la Organización Mundial de Boxeo.