Antonio Salgado Pérez
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Teleboxeo LI
Madrid.-26 de julio de 1974. Perico Fernández vence por k.o. en el 12º asalto a Tony Ortiz. Campeonato de Europa de los pesos superligeros.

HA NACIDO UNA ESTRELLA
El maño Perico Fernández Castillejos tiene 21 años y ha disputado 38 combates como profesional. Conquistó el título español de los pesos ligeros(3.3.1973) ante el grancanario Cayetano Ojeda “Kid Tano”, cariñosamente conocido por sus paisanos como “El sordomudo de Arenales”; y lo revalidó ante José Ramón Gómez Fouz y Manuel Calvo. Y se va a enfrentar a todo un veterano del cuadrilátero: Antonio Ortiz Jalón “Tony Ortiz”, de 29 años y con 64 combates como rentado. Este púgil cordobés oriundo de la inmortal Fuenteovejuna, ha disputado seis títulos de España como superligero y, dos, como wélter. Se proclamó campeón de Europa de los superligeros, en Estambul, venciendo a Cemal Kamaci ; y lo revalidó ante el galo Roger Zami, en Barcelona. Y en el ínterin disputó, con suerte adversa, en Turín (16.2.1974) la corona universal de la citada categoría, en versión del Consejo Mundial, enfrentándose al trasalpino Bruno Arcari, que le derrotó por descalificación en el octavo asalto.

Nos recordó a Fred Galiana
Ahora, en este verano de 1974, este Perico Fernández nos recordó, a través de los canales de televisión, al Fred Galiana de hace tres lustros: con su puño derecho como abanicándose el ombligo; con su guardia baja, muy baja, casi insultante, hábil cebo para el rival; con aquella cintura lubricada con el aceite de la juventud; con aquellos desplantes que tan mal caen al público que solamente ve en éstos fanfarronería cuando, en realidad, y como en esta ocasión, es un arma que sólo pueden esgrimir los de felinos reflejos. Pero, sobre todas las cosas, su tranquilidad. ¡ Qué forma de estar entre las doce cuerdas ! Parecía el campeón, el maestro de cien batallas, el púgil al que le han puesto delante la clásica “perita en dulce”…¿Cómo íbamos a olvidarnos de su pegada? Perico Fernández es un auténtico “dinamitero del ring”. Lo acaba de demostrar ante un hombre que siempre había alardeado de un poder encajador casi suicida.

Tony Ortiz, valor e intrepidez, pero…
Aquel derechazo en el mentón llegó cuando las cosas parecían iban a nivelarse. Y fue a dejar las cosas en su justo lugar. Porque Tony Ortiz- medalla al valor y a la intrepidez- ya no puede constituir para nosotros una esperanza con esa especial cadencia que ya pregonan sus combates. Paso a la juventud, que no es solo divino tesoro, sino que, como en esta feliz ocasión, ha surgido para demostrar cómo debe boxearse sobre un ring. A boxear sin derroche de técnica, pero sí con encomiable astucia. A traer al rival al terreno que conviene. A un rival superior en peso, estatura y envergadura que, a partir del sexto asalto, y dándose cuenta no sólo del poder cloroformante en los puños de su antagonista sino de sus extraordinarias esquivas de cintura, casi, casi, no intentaba golpear para no seguir haciendo sufrir al vacío. Porque el ochenta por ciento de los golpes de Tony fueron en esta ocasión a estrellarse en la peculiar atmósfera del Campo del Gas madrileño.

Una incógnita, el fondo físico de Perico
Pero queda una gran incógnita por despejar. Por lo menos para nosotros. Es el fuelle, el fondo físico del maño. En este combate “no trabajó”, no realizó grandes desplazamientos. Sí puede decirse que “caminó” sobre el tapiz. Y también puede afirmarse que apenas recibió castigo porque la mayoría de los impactos del cordobés fueron a parar en los antebrazos de Perico , que hasta en eso nos pareció artista. Pues bien, ustedes lo vieron: Perico comenzó a cansarse a partir del undécimo asalto… La mejor prueba la tenemos en aquel mariposeo que brindó; en aquel desmedido acoso que jamás había sacado a relucir. Tenía que ir en busca del golpe definitivo. Y podía permitirse ese lujo porque atesora lo que debe poseer un noqueador clásico: velocidad y potencia.
El movimiento gelatinoso de Ortiz le abrió el camino del triunfo a su rival ; de ese triunfo que no requiere el dictamen de los siempre temidos jueces: el triunfo del k.o., para algunos, suerte suprema de este deporte donde la violencia es reglamentada.

Veloz, espectacular y, a veces, hasta elegante
Esta noche no ganó la casualidad. Sí nació para toda la afición española una joven estrella, muy joven, que en nuestro santacrucero coso taurino había flagelado al inolvidable y excampeón de Europa Juan Albornoz Hernández “Sombrita”. Se llama Perico Fernández, tan ingenuo-¿no oyeron sus declaraciones al final el combate?-como peligroso cuando calza guantes de seis onzas y vendajes duros. Es veloz, espectacular, potente y, a veces, hasta elegante. De estilo casi insultante. Por eso un amplio sector del público le despidió con silbidos, incomprensibles hacia un boxeador que nos había demostrado que no es necesario empacharse de calendario para implantar dominio y poderío entre el ensogado teniendo enfrente a un pugilista héroe en batallas encarnizadas, que daría una inmensa alegría a la afición hispana si considerara lo de ahora como su definitivo puntillazo deportivo, fielmente registrado por las impecables cámaras de Televisión Española, que en esta retransmisión , con insuperable nitidez, nos recordaron la depurada técnica de aquellas otras cámaras que un día nos cautivaron desde Alemania con el combate Cassius Clay- Karl Mildenberger.