Antonio Salgado Pérez
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Este era su lema: trabajar mucho y hablar poco en el gimnasio. Se llamaba Martín Díaz Hernández y ahora, a sus 84 años, nos ha dejado para siempre. Era uno de los preparadores boxísticos más veteranos de Canarias.
Pertenecía a una época donde este deporte olímpico tenía como compañeros del extinto a una pléyade de preparadores tinerfeños, desde Antonio Barreto Pérez, Juan A. Mora “Morita”, Antonio Cabrera Hernández, Pedro Trujillo Cruz, Juan Miguel Pérez Hernández “Juanito”· hasta Ángel Martín Guillén “Angelito”, Miguel Rodríguez Oliva “Ratón Rodríguez” y Santiago Santana Castillo, sin olvidar, por supuesto, a Felipe González Delgado y José Antonio González Barroso, que implantó , en los últimos años, su magisterio desde una silla de ruedas…

En los umbrales de la década de los 50 del pasado siglo, Martín Díaz, como amateur, libó la miel y el acíbar de los triunfos y derrotas entre el ensogado. En el añejo cuadrilátero instalado en el acogedor y desaparecido Frontón Tenerife, de la calle Ramón y Cajal, Martín Díaz nos demostró los valores que contenían la seriedad, el pundonor y la valentía frente al rival de turno. Y cuando colgó los guantes de seis y de ocho onzas abrazó una faceta que le iba a proporcionar innumerables alegrías.

Allá, en su modesto pero activo gimnasio, empezaron a surgir boxeadores de postín; el primero, Víctor Manuel García Jiménez “Ray García”, que en el año 1987, y en Huelva, se proclamó campeón de España ,junior, en la división de los moscaligeros; y al siguiente año, en idéntico escenario, Juan Paulino Sosa Padilla “John Pol”, también moscaligero, pero senior.

“Ray García”, en Zaragoza(1988), como mosca junior; y “John Pol”, en Barcelona (1989), en su habitual peso, revalidaron sus respectivos títulos. También en Zaragoza, Martín Díaz iba a gozar por partido doble, pues su nieto, José Manuel Clemente Díaz, consiguió el oro, como junior, en los pesos plumas.

Pero lo que auténticamente incrementó la ya consolidada popularidad y prestigio de Martín Díaz fue su participación en los Campeonato Nacionales Junior que tuvieron como marco Valladolid, en 1989. No solo consiguió que tres de sus pupilos se alzaran con la máxima distinción, sino que Tenerife, como equipo, se proclamara campeón del torneo. ¡Cómo no mencionar a aquel trío de ases!: Francisco Javier García Jiménez “Robinson García”(moscaligero), José Manuel Clemente Díaz (ligero) y Arturo Domingo Reyes Negrín (superligero).

Tras aquellos triunfos, Martín Díaz jamás se envaneció. Siguió trabajando mucho y hablando poco. Y a pesar de que su vista le venía jugando malas pasadas, siguió sacando campeones de su gimnasio, como Pedro Déniz que, en 1991, y en Zaragoza, fue líder de los pesos moscas en la categoría senior.

En el ínterin de estos triunfos, Martín Díaz era solicitado por púgiles profesionales- a los que también adiestró- en momentos especiales de sus respectivas carreras rentadas. A este respecto recordamos la actuación que desempeñó con el púgil tinerfeño Ángel Miguel Suárez Velázquez “Tamarán”, cuando éste disputó el título de Europa de los pesos medios ante el galo Pierre Joly. El combate, celebrado 18 de diciembre de 1987, tuvo como marco la caribeña isla de Guadalupe. Díaz regresó muy apenado de aquel departamento de ultramar francés. Tamarán, pese a sus esfuerzos, no pudo alzarse con la victoria. No era la tónica que durante muchos años había experimentado este competente y persuasivo preparador que ahora, a sus 84 años, acaba de nacer para la muerte, dejando cotas en el terreno amateur muy difíciles de superar, pues sus pupilos siempre se distinguieron por su técnica, estilo y habilidad.

En el sepelio de su maestro, uno de los púgiles que hemos mencionado, nos confesó:” de pequeñito fui a una velada de boxeo y observé, con gran sorpresa, que un púgil de floja constitución física se imponía al más fuerte y musculoso. Aquello me entusiasmó porque yo era un alfeñique. Me animé y acudí al gimnasio de Martín Díaz que, de entrada, me inculcó que en el boxeo, era mucho más interesante emplear el cerebro que el corazón. Y así lo hice. Jamás olvidaré cuando , en aquella finales, el director del combate me levantó el brazo proclamándome campeón de España”.