Leopoldo Bonías

Anatole France decía: «No veo falta que yo no pueda cometer». No deben pensar así los representantes del sindicato Acaip del establecimiento penitenciario de Picassent que se oponen a que los presos practiquen deporte en la cárcel como castigo adicional por los delitos cometidos.
Uno de los deportes que más aceptación tiene entre la población reclusa, es el boxeo. Se trata de un deporte aeróbico que aumenta la autoestima del que lo practica, amén de los hábitos de disciplina. Desde la Federación Valenciana de Boxeo estuvimos realizando gestiones para introducir esta práctica deportiva en la cárcel de Picassent. Se hizo una primera exhibición con asistencia de directivos de la Federación con el pabellón absolutamente lleno. A los pocos meses se celebró una velada de boxeo en toda regla. Diversas empresas privadas colaboraron para hacerla posible cediendo gratuitamente ring, ambulancia, etcétera. Todos los estamentos de la federación se solidarizaron y participaron sin cobrar un euro (árbitros, entrenadores, boxeadores…).

Fue tal el éxito de la velada que se tuvo que seleccionar a los asistentes por su buena conducta durante su estancia en Picassent debido a que no cabían todos los internos que querían asistir en las gradas del pabellón del centro penitenciario. Después, estos presos han continuado con ilusión practicando el deporte que más les gusta. Ahora, al cabo de más de un año realizándose clases de boxeo a plena satisfacción, aparecen los representantes, que no los funcionarios, del sindicato Acaip, denunciando que el boxeo genera agresividad y que el material empleado (las cuerdas de las combas) puede ser empleado para fugas (!).

Puedo asegurar por observación personal directa que el material utilizado se guarda con pulcritud en una pista de squash. Como todos sabemos, la pared trasera de una pista de squash es transparente, con lo que cualquier funcionario puede ver al acabar la actividad si se han llevado alguna comba «para fugarse de la cárcel», sin ni siquiera entrar en el interior.

El planteamiento de Acaip parece responder a que los presos son los enemigos de los funcionarios. Por muy execrables que sean los crímenes cometidos por algunos, la obligación del funcionario es dar un servicio de calidad.

Parece humorístico, siguiendo la línea argumental del sindicato Acaip, pensar que grandes aficionados a este deporte olímpico reconocido por el Comité Olímpico Internacional como Baltasar Garzón, Arturo Fernández, Ramoncín u otrora Hemingway, Tony Leblanc o Nelson Mandela (premio Nobel de la Paz en 1993) sean personas agresivas y carentes de escrúpulos morales.

El pasado 10 de agosto, la audiencia televisiva de La 1 fue de 1.331.000 espectadores (12,4 %) para ver el combate de boxeo de cuartos de final de un desconocido para el gran público, el español Samuel Carmona, mientras que ese mismo día, el partido de vóley playa masculino entre España y EE UU fue presenciado por 905.000 televidentes (8,7 %); el baloncesto femenino España-China fue seguido por 771.000 personas (8,2%); la natación, por 840.000 (10,5 %); el rugby 7 de España contra Francia, por 395.000 (5 %). Y en Antena 3, el partido de fútbol del Trofeo Joan Gamper entre el FC Barcelona y la Sampdoria, por 828.000 (10,4 %). Estos datos deben hacer reflexionar a los representantes de Acaip y abandonar la idea de que las personas del boxeo son malas y agresivas por naturaleza y aprender a ser más tolerantes y dejar posturas intransigentes impropias de los tiempos que corren.

(Publicado en la edición impresa del Levante-EMV, periódico de mayor tirada en la Comunidad Valenciana).