Julio González Rodríguez

De todos los campeones europeos de boxeo que ha dado nuestro deporte, el caso de Antonio Ruiz es un caso curioso y único. Fue el primer español en conquistar el título continental, título que conquistó en 1925 en el peso pluma. No es el primero que lo intentó, (el valenciano Ricardo Alís un año antes), pero sí el primero en conseguirlo.
Decimos que su vida fue un caso curioso y único, porque está llena de anécdotas y curiosidades que hicieron de él uno de los personajes más famosos de la España de los años veinte. Conocido como el “Emperador de Vallecas”, había nacido en Tarancón (Cuenca), el 13 de junio de 1904. Con tres años, sus padres, humildes labradores, se trasladaron con toda la familia, dieciséis hijos, al pueblo de Vallecas en la provincia de Madrid.
A los doce años, Antonio ejercía todo tipo de oficios para ayudar a la economía familiar, trabaja de soldador en un taller de forja, pero su gran pasión eran los toros y con unos pocos años más, lo intentó en la plaza de Toros de Getafe, haciendo de maletilla y tirándose al ruedo del coso taurino, un revolcón de la vaca fue su primera tentativa, pero no cejó en el intento recorriendo capea en capea por varias ferias patronales.

En una de ellas un toro le hiere en el vientre… dos años después viajó de Madrid a Barcelona, como polizonte, y a mitad de camino lo sorprendieron sin billete y es arrojado del tren, hace una parte del camino andando y de nuevo se filtra en otro tren hasta que llegan a la estación de Sants en Barcelona, con la intención de convertirse en torero. Al llegar a Barcelona fue rechazado como torero y tuvo que trabajar en lo que le salía, consigue trabajo en el taller de Perkler de soldador. Una tarde que hacia un trabajo, se presentaron los agentes del sindicato y le amenazaron por trabajar sin estar afiliado, entonces tuvo que dejar el trabajo en el que ganaba once pesetas al día. No tenía para comer y de alguna forma se tenía que ganar el “parné”. Es 1921, Barcelona está sumida en los problemas sindicales y las huelgas que afectan a toda la ciudad afectan al trabajo, que es escaso.

A los pocos días acude con un compañero llamado Gil, a presenciar una velada de boxeo en el Iris Park, el tema le gusta y decide ingresar en el Boxing Club de la calle Riera, siendo el francés Frank Hoche quien le da las primeras lecciones de boxeo y poco después debuta en el Teatro Español, ante Aracil. Antonio cuenta que con lo que le adelantaron de la bolsa, casi revienta a comer. Luego Aracil le dio una paliza. La primera bolsa recibida fue de 25 pesetas.
Más tarde se tomaría la revancha contra Aracil y durante ese año disputa doce combates con todo victorias. Antonio es un vendaval de fuerza, su croché de derecha es demoledor y encima encaja. Aparte tiene eso que tienen los boxeadores con gancho, que arrastra al aficionado a los recintos y la gente le sigue en sus combates. El promotor Juanito Elías, pionero de nuestro pugilismo ve en él un futuro campeón y de su mano combate en el Iris Park, Olimpia, Nuevo Mundo, etc.

En 1922 regresa a Madrid, Vallecas, ya viste elegante, con traje de rayas se pasea por los bares y calles de pueblo madrileño y presume de tener un duro en el bolsillo. En 1923 se enfrenta a todos los buenos boxeadores que hay en nuestro país. Derrota a Vallespín, Miró, Fabregat, Barbens y Urtasun, a los extranjeros Martucci, Cassini, Van Neck, Spanieck y Tomás Vonna. La pelea con Wanneck, tiene mención aparte, campeón de la marina sueca, le llevaba casi veinte kilos cuando pelearon en Madrid y nada más salir el sueco golpea a Ruiz en la frente y le derriba. En una entrevista cuenta la sensación de aquel “nocaut”… Dice, cuando empezó a despertar… veía como lucecitas y oía muchas campanas: Talán, Talán, Tilin, Tilín.. Y al árbitro que le decía, tres.. cuatro… me di cuenta de lo ocurrido, el sueco le esperaba preparado para terminar la faena con los puños en guardia. Desde la esquina le avisaban, cuidado Antonio… y entonces se preparó para saltar y antes de que el árbitro contara diez, salto y golpeó al sueco, que se fue al suelo mientras el árbitro parado no sabía que había ocurrido.

Solo Whitte y Vallespin le derrotan, y con un bagaje importante de victorias se hace acreedor a disputar el título nacional a Alfonso Cañizares. El 22 de febrero de 1924 en el Price de Madrid se enfrenta al campeón nacional con el título en juego. La expectación es tremenda, la gente llena el recinto y no salen decepcionadas, porque en cinco minutos destrona y destruye a Cañizares. El combate comenzó con un primer asalto de tanteo entre los dos púgiles y nada más comenzar el segundo, Antonio salió como un vendaval derribando a Cañizares a los dos minutos. Actuó como árbitro el señor Risso y como jueces los señores Ruiz Vernacci y Bautista.

El Price de Madrid es el escenario de la primera defensa que se celebró el 2 de marzo de 1924. Lo defiende contra el catalán Luis Vallespín que había sido campeón nacional en el peso mosca y gallo. Ruiz no dio opción a Vallespín y en cuatro asaltos después de un gancho al estómago rematado con swing a la barbilla, el catalán se fue al suelo, intentó levantarse pero le fue imposible y fue contado los diez segundos. Esta pelea volvía a ser un acontecimiento social en la capital.

Los triunfos se suceden, vence a los boxeadores más importantes en el continente, Paul Gay, Andrè Cristian, Dastillón, Young Danain y You You. Entonces, la Internacional Boxing Union le nombra aspirante al título continental en poder del belga Henri Hebrans. Es la segunda vez que un español disputaría el título europeo, un año antes el valenciano Ricardo Alís tuvo ese privilegio.
Pero curiosamente antes de disputar el europeo pierde contra el catalán Young Ciclone, en disputa del título nacional del peso pluma. Esta derrota no impide que dispute el europeo al ser aspirante oficial, pero en España la derrota del “Emperador de Vallecas” tiene una cobertura especial, la rivalidad entre madrileños y catalanes hace que la prensa catalana de la época resalte el triunfo de su paisano de una forma especial. Tenemos que decir que Young Ciclone era uno de los mejores boxeadores europeos de la época, con una gran clase y que domina la técnica a la perfección. La prensa califica el triunfo de Ciclone como el triunfo de la técnica sobre la fuerza.

La gran prueba de fuego para Ruiz, antes de disputar el título continental, fue el enfrentamiento que sostuvo contra otro catalán, José Gironés, que junto con Ciclone era uno de los púgiles con mayor proyección del boxeo español. Este combate se celebraría el 10 de octubre de 1925 en la Plaza de Toros de Las Arenas de Barcelona, En la misma velada Uzcudun noqueaba en un solo asalto a Delarge, y la pelea fue una de las mejores que se podía ver en España en ese año, entre dos de los mejores boxeadores que había en el continente. Antonio Ruiz mejor preparado que en la pelea contra Ciclone, impuso su boxeo de fuerza ante la clase de Gironés y al final de los diez asaltos venció por puntos justamente.

Veinte días después del enfrentamiento con Gironés, llega el gran día de Antonio Ruiz y del boxeo español.
El combate se celebró en el Circo de Price, que se llenó de gente. A las doce menos veinte comenzó la contienda. Desde el inicio del segundo asalto Ruiz tomo la iniciativa del combate, pero no fue hasta el sexto cuando Ruiz alcanza con un croché la mandíbula del campeón que se fue al suelo completamente “groggy”, y a punto estuvo de perder por K.O. Durante el séptimo, Ruiz bajó un poco el ritmo debido al cansancio aunque siguió aplicando los mejores golpes, en el octavo Ruiz colocó primero un swing de izquierda, luego un jab, y Hebrans se fue “groggy” a su rincón. Durante el minuto de descanso el campeón tenía un ojo casi cerrado y los efectos de los golpes reflejados en su cara. Entonces sus cuidadores llamaron al árbitro señor Berustein para decirle que no podía seguir. El árbitro, ruso nacionalizado francés, levanta la mano del vallecano y la policía tuvo que intervenir para que la gente no invadiera el ring. El público recorrió las calles de Madrid celebrando el triunfo del púgil vallecano. Al día siguiente todos los periódicos de información general y deportivos publican las crónicas del combate y la foto de Ruiz aparece en los rotativos y su fama alcanza toda España.

Por la pelea del campeonato europeo recibe la cantidad de 7.000 pesetas, toda una fortuna. Se compra un automóvil, regala a sus padres una casa. Y viste con camisa de seda y cuello duro. Se convierte en cliente de los cabarés más famosos de la capital y acude al Reina Victoria a ver a las cupletistas de moda. Frecuenta la Plaza de Toros, se codea con los toreros más famosos de la época, le brindan toros y va siempre rodeado de un sequito de “admiradores” que viven a su costa. Antonio Ruiz tiene veintiún años y ya es todo un personaje.

Pero lo primero que hace el nuevo campeón es cumplir la promesa que hace a Young Ciclone, si gana el título continental lo expondrá contra el catalán, con la condición de que él ponga en juego el título nacional. La Federación adjudica el campeonato al promotor Juanito Elías y el presupuesto es de 25.000 pesetas, mucho dinero cree Elías que paga por el campeonato.
El 26 de diciembre de 1925, en el Campo del Racing de Madrid disputan el combate. Esta pelea no fue como la primera, se disputó a quince asaltos ya que estaban en juego los dos títulos y la forma física de Antonio Ruiz no era la misma que en la primera, en esta combatió con gran energía durante todo el combate, intentando que Ciclone no llegara al límite. Pero aunque el madrileño fue superior al catalán, éste respondió a todos los ataques de Ruiz aunque sin conseguir frenarlo. El árbitro Casanovas levanto el brazo de Ruiz al final del combate merecidamente, (aquí vemos la foto del enfrentamiento, con Ruiz a la derecha).

Ciclone-Ruiz

En 1926 es llamado a filas. No sabemos los motivos pero le conceden permiso para marcharse a Argentina donde tiene firmado un enfrentamiento contra el ídolo criollo Justo Suárez “Torito Mataderos”. Llega el 22 de septiembre acompañado de su mánager Manuel Soriano. Seis meses permanecerá en Argentina y realiza tres combates, dos combates nulos. Uno contra Galfondi Herrero y otro Horacio Roldán y en el tercero pierde a los puntos contra Julio Macoroa, un púgil importante en Sudamérica. Al final regresa a Madrid sin haberse enfrentado a Justo Suárez.

La vida de Antonio no cambia cuando regresa y continua visitando los viejos lugares de Madrid donde todas las noches se celebran fiestas y donde Antonio es un asiduo, comienza 1927 empatando con el italiano Quadrini, luego pierde contra Ángel Tejeiro y Ramón Barbens. Pelea en Copenhague (Dinamarca) contra Knud Larsen y por primera vez pierde por K.O.T., en cinco asaltos. Cierto que vence en el combate de revancha a Barbens pero las salidas y la vida que lleva le pasan factura. Con el nuevo año llega la hora de defender el título continental y el 7 de Enero de 1928 se enfrenta en Madrid a Luigui Quadrini.
En el Palacio de Hielo de Madrid se celebró la pelea, resultando vencedor por puntos Luigui Quadrini. Mal comienzo tuvo Antonio ya por la mañana en el acto de pesaje donde a punto estuvo de no dar el peso. Tres kilos estaba por encima del peso reglamentario, teniendo que someterse a la sauna una horas antes, luego acudió a una panadería donde bien arropado entró en el horno, y al final dio, 57´180 kg solo unos gramos por debajo. Por el contrario, el italiano dio con holgura 56´350 kg. Ruiz perdió el combate por puntos en uno de los peores encuentros que ha disputado, apático y reservón se vio superado por el italiano en la puntuación, el italiano que había peleado a la contra colocó buenos golpes cada vez que salía del cuerpo a cuerpo, el español abuso demasiado del “in-figthing” por lo que fue amonestado por el árbitro señor Berustein. Solo se anotó el quinto asalto. A pesar de todo, Antonio derribó al italiano, pero fue un espejismo del gran boxeador que había sido. La derrota por puntos fue clara y contundente.

Continuaría boxeando con asiduidad hasta 1932, pero ya no volvería a disputar ningún título y boxeadores al que hubiera ganado antes sin problemas, ahora derrotan a Antonio. Segundo Bartos, Jim Terry, Henri Soya, Primo Rubio y Noel Bosch, son los principales que vencen al madrileño. Su último combate profesional lo celebra en septiembre de 1932 contra Antonio Montero, que le vence por puntos.
Unos años después, tras la guerra civil, Antonio está arruinado, ha perdido los coches, los trajes caros, y parte de la fortuna que había acumulado en sus combates desaparece.
De vez en cuando se le ve deambulando por las calles cercanas a la plaza de Antón Martín, casi mendigando, un día alguien que recuerda su pasado glorioso le da trabajo de portero en un cabaret, de la calle Magdalena, que le permite comer cada día. La gente cuando pasa comenta su pasado glorioso…

Ruiz-AntonioI

Los años que vendrían después serian años malos y de miseria para el gran campeón, deambula por la calles harapiento y malnutrido, vive de la caridad de la gente, y una mañana del 25 de noviembre de 1957 un paseante lo encuentra en una de las calles tirado en el suelo. Llaman a una ambulancia que le recoge todavía vivo, siendo trasladado al Hospital Provincial. A las cuatro de la tarde fallece de inanición, tenía 53 años, así termina la vida de uno de los más grandes boxeadores que ha dado nuestro deporte.