Julio González Rodríguez

Será muy difícil que en nuestros días se pueda batir el récord de asistencia de público a un evento pugilístico en nuestro país. El 30 de Noviembre de 1930 se logró el récord cuando más de 61.000 personas asistieron en directo al combate que sostuvieron en el Estadio de Montjuich de Barcelona, Paulino Uzcudun y Primo Carnera. Por esa época Uzcudun era un púgil muy taquillero en España, ya había conquistado el título continental y tenia una larga carrera pugilística en Norteamérica donde era considerado como uno de los mejores púgiles europeos que habían visitado esas tierras.
Primo Carnera, que medía 2 metros y 5 centímetros, venia de recorrer América donde había realizado una gira (precedido de una magnifica campaña de publicidad) contratado por el espabilado Bill Duddy en compañía de su mánager León Sée.  Carnera derribó rivales de todas las clases, recorriendo las ciudades mas grandes de los Estados Unidos y consiguiendo veintitantos KOs consecutivos.
El combate se celebró a 10 asaltos, sin título en juego.

Viendo el empresario norteamericano Jeff Dickeson el negocio que representaría enfrentar a los dos púgiles, decidieron que tendría que ser un gran escenario como era el estadio de Montjuich con capacidad ilimitada de público. El empresario americano que residía en París, llegó a un acuerdo con Francois Decamps, mánager de Paulino y León Sée, mánager de Carnera, ofreciéndole a Paulino Uzcudun un 25% de los ingresos brutos y un 15% para Primo Carnera.

En principio fue nombrado para dirigir el combate el árbitro francés Sr. Bernstein, pero la Federación Española se negó a que arbitrase debido a unas declaraciones que había hecho respecto al combate entre José Gironés y  Al Brown, que acabó en combate nulo. Posteriormente fue sustituido por el inglés Moss Deyong, hombre que defendía los intereses del promotor norteamericano y que fue puesto cumpliendo las exigencias del promotor. Fue peor el remedio que la enfermedad y la Federación consintió sin preocuparse de exigir un árbitro neutral o español en último caso.

El evento fue el mayor acontecimiento pugilístico que se había producido en Europa hasta ese momento, nunca un tantos aficionados habían asistido a un encuentro de Boxeo en el viejo continente. Uno de los invitados de excepción fue Max Schmeling, que vino expresamente de Alemania para presenciar el combate. El alemán, Carnera y Paulino eran los tres mejores pesos pesados de Europa y también uno de los triunfadores en Estados Unidos. También vinieron otras celebridades europeas y un gran número de “Sportmen” de Inglaterra, Francia e Italia. La prensa asistió con representantes de todo el continente consiguiendo facilidades en el estadio de Montjuich para poder dar una rápida y eficiente información a sus respectivos periódicos.

El combate se desarrolló arropado de un magnifico ambiente y demostrando que no solo en América se podían escenificar las grandes veladas, la organización español demostraba que también en Europa se podía competir contra los grandes eventos americanos.
     Con el tiempo, Paulino Uzcudun escribiría sus memorias en un libro que llevó por título “MI VIDA” y donde describía el combate contra Carnera y que hemos preferido reproducir para que lector saque sus propias conclusiones.

    «Comenzó el combate: Yo, frente a Carnera, tenia que depender completamente del “infighting”, porque la larga distancia, la enorme envergadura del italiano le daba toda clase de ventajas. Desde el comienzo noté que sortear la guardia de Primo y llegar a sus costillas con tremendos mazazos me era empresa bien fácil. Pero al mismo tiempo que yo, lo notó Moss Deyong, que había venido a España para proteger los intereses de Dickeson y su “pulain”, y se propuso evitar a toda costa que el castigo que yo pudiera infligirle a Carnera en el cuerpo a cuerpo estropeara al italiano. Y Moss Deyong procedió en España, y contra un español, en igual forma que procedían en América contra mi persona los árbitros más abiertamente parciales: consentía que Carnera me agarrara descaradamente en cuanto llegaba al “infighting”, y en  vez de reprenderlo y amenazarlo con una descalificación, se apresuraba a separarnos, con lo cual la ventaja volvía a ser de Carnera.
     Yo acostumbraba a poner el grito en el cielo cada vez que en los Estados Unidos me hacían una “faena” de esa naturaleza, pero después de lo que me ocurrió en Barcelona ya no volví a tener fuerzas para protestar. Si en España me habían tratado con tanta injusticia, ¿cómo iba a sorprenderme ya que lo hicieran en Chicago o Detroit?… Por lo visto, el dinero era lo único que valía en todas partes… Pues a ganar dinero y a no preocuparme del resto.
     A pesar de la manifiesta parcialidad del árbitro, creo que vencí a Primo Carnera, y así lo creyó también la mayoría del público que asistió al espectáculo. El fallo de Moss Deyong para mi no tuvo ningún valor, y viniendo de él fue, naturalmente, el único lógico».

La victoria fue para Primo Carnera por puntos en decisión dividida de los jueces. Se volverían a enfrentar tres años después con el título europeo y mundial en juego, con nueva victoria para el italiano por puntos.